Los mallorquines vuelven a sus raíces judías

  • En Mallorca, los mayores aún hablan de los “chuetas”, aquellos judíos de la isla que se vieron obligados a convertirse al cristianismo hace cientos de años y que se quedaron con el estigma social de no ser "cristianos puros" a los ojos de muchos hasta el siglo pasado. Ahora, algunos de esos chuetas están investigando sus orígenes y algunos se acaban reconvirtiendo.
Paul Ames | GlobalPost

(Palma de Mallorca). Miguel Segura prefiere no usar la palabra “conversión”. Dice que ha “regresado” a la religión a la que tuvieron que renunciar sus antepasados hace casi 600 años.“Es como si me hubiese quitado un gran peso de encima”, explica Segura sobre su reciente aceptación en el seno de la comunidad judía. “Sentí una enorme alegría interior”.

Segura pertenece a una familia de chuetas, descendientes del último grupo de judíos que vivió en Mallorca antes de que la Inquisición juzgase y ejecutase en el siglo XVII a aquellos que no cedieron a las presiones para convertirse al cristianismo. Aunque los chuetas han vivido como católicos durante siglos, no han dejado de ser ajenos a la discriminación. Ahora, muchos de ellos están redescubriendo y divulgando la herencia judía que sus familias trataron de ocultar durante tanto tiempo.

Unos cuantos, como Segura, van un paso más allá y han decidido retomar el culto de sus ancestros.“Empecé simplemente por estudiar mis orígenes, pero me pareció que faltaba algo, más allá de la cultura y la historia. A medida que me acercaba más a mi pasado, vi la posibilidad de una vuelta más completa al judaísmo”, dice este joyero y periodista de 67 años.“Tenía que ir más allá, porque cuando mi generación desaparezca, la siguiente quizás se olvide de sus raíces, y si esa memoria no existe será nuestro fin”, asegura.

Los archivos históricos muestran que los judíos vivieron en Mallorca desde al menos el siglo quinto. Hubo una oleada de pogromos a finales del siglo XIV obligó a los judíos de la isla a huir o a aceptar el catolicismo. Sin embargo, muchos de los llamados “nuevos cristianos” siguieron practicando su vieja religión en secreto, por lo que cuando se estableció la Inquisición en Mallorca en 1488, esta comunidad volvió a enfrentarse a una nueva persecución, que se saldó con muchos de ellos quemados en la hoguera. Cientos de ellos tuvieron que marcharse de la isla.

A finales del siglo XVII hubo otra oleada de persecuciones contra el cripto-judaísmo en Mallorca, que también terminó con docenas de ejecutados, torturados o huidos.

En las décadas y siglos posteriores los descendientes de quienes llevaban alguno de los 15 apellidos de los judíos condenados en esos últimos juicios pasaron a ser conocidos popularmente como "chuetas". Se cree que el término es una expresión despectiva, derivada de una palabra que se usa en catalán para la carne de cerdo.

Aunque los descendientes de los cientos de familias que antaño fueron judías se integraron totalmente en la sociedad católica, quienes llevaban el apellido Segura, Miró, Fuster, Aguiló, Fortesa y otras 10 ramas más continuaron sufriendo algunas formas de ostracismo social en la isla hasta bien avanzado el siglo pasado.“Era un estigma. Éramos parias de la sociedad. Nadie de las otras familias quería casarse con ellos”, explica Segura.

Poco a poco las restricciones oficiales se fueron levantando y los chuetas pudieron entrar en el Ejército, acceder a puestos políticos y ser sacerdotes.“Mi padre solía decir que no era suficiente ir a misa, sino que había que demostrar realmente que éramos buenos católicos”, recuerda. “Todavía puedo recordar cómo la gente nos señalaba y decía ‘mira, ahí va un chueta’. Todavía quedaban residuos de los prejuicios”.

En las últimas décadas las cosas han cambiado. De las urnas han salido elegidos chuetas para la alcaldía de Palma de Mallorca y para otros altos cargos públicos, se han creado asociaciones para promocionar la herencia judía en la isla, y chuetas como Miguel Segura se han casado con personas que no son de ese grupo de 15 familias.

Las agencias de viajes ofrecen ahora visitas guiadas por el viejo barrio judío de la ciudad.

En la década de 1970 un joven chueta llamado Nicolau Aguiló viajó a Israel y se convirtió al judaísmo. Ahora, ya como el rabino Nissan Ben-Avraham, ha sido designado emisario en España de la organización Shavei Israel, que quiere entablar lazos con comunidades de raíces judías.

Segura retomó finalmente la fe de su familia en diciembre, en una ceremonia en la sinagoga Shearith Israel de Manhattan (Nueva York), tras siete años de preparación y con el apoyo de su mujer, una católica que no es chueta. Le costó siete años terminar el proceso debido a la oposición de algunos judíos, a quienes les preocupa que se relajen las normas para la conversión de los “bnei anusim” (el término hebreo para designar a los descendientes de quienes fueron obligados a convertirse al catolicismo).

Segura cree que es hora de que las autoridades religiosas faciliten el regreso de los descendientes de los judíos españoles, reconociendo el hecho de que están adoptando la fe de sus antepasados y no obligándoles a seguir todo el lento y largo proceso de conversión. “Hay en torno a una docena [de chuetas] que se quieren convertir. Había más, unos 30, pero se echaron atrás por la intransigencia de la comunidad judía”, dice. “Es muy triste que después de 500 años de marginación e insultos, cuando quieres volver a tus orígenes te digan que no te quieren. Tiene que facilitar la conversión”.

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