Marruecos se dispone a legalizar algunos grupos independentistas saharauis

  • Marruecos se dispone a legalizar en breve a algunos de los grupos saharauis más activos de signo independentista, si prosperan, como suele ser habitual, las recomendaciones del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Javier Otazu

Rabat, 20 nov.- Marruecos se dispone a legalizar en breve a algunos de los grupos saharauis más activos de signo independentista, si prosperan, como suele ser habitual, las recomendaciones del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Este Consejo, de carácter consultivo y nombrado directamente por el rey Mohamed VI, emite recomendaciones que generalmente son tenidas en cuenta cuando se trata del ámbito legislativo, como acaba de suceder con la reciente normativa para regularizar emigrantes, emanada de un informe del CNDH.

El secretario general del CNDH, Mohamed Sebbar, confirmó a Efe que el organismo piensa proponer, probablemente en su próximo informe de antes de fin de año, la legalización de tres asociaciones saharauis, entre ellas dos dedicadas a la defensa de derechos humanos que son abiertamente independentistas.

Se trata del Colectivo de Defensores de derechos humanos Saharauis (CODESA), presidido por Aminatu Haidar, y de la Asociación Saharaui de Víctimas de Violaciones de los Derechos Humanos (ASVVDH), encabezada por Brahim Dahan, ambos ex presos políticos.

Estos dos grupos son los más activos y con más credibilidad dentro del llamado "independentismo del interior", y pese a su ilegalidad son interlocutores habituales del Enviado Especial de la ONU para el Sáhara, Christopher Ross, o de misiones diplomáticas occidentales que se desplazan a El Aaiún.

Organismos pro derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch han denunciado repetidamente que en el Sáhara Occidental están ausentes o severamente restringidos los derechos de asociación o de reunión y manifestación, salvo para los grupos que se declaran pro marroquíes.

Por ejemplo, la ilegalidad impide a las organizaciones independentistas tener una sede social, disponer de una cuenta corriente donde recibir fondos legalmente y organizar actividades para sus socios o simpatizantes, como denunciaba hace poco Brahim Dahan.

Sin embargo, en los últimos años se ha observado una cierta tolerancia, ya que representantes de estas asociaciones independentistas viajan al extranjero para participar en foros o congresos, contactan regularmente con periodistas y disponen de páginas web donde exponen sus ideas o sus protestas.

Pero es esta mezcla de ilegalidad y tolerancia la que hace que sus actividades dependan siempre de la discrecionalidad o la arbitrariedad del poder, comenzando por la policía marroquí, que puede allanar un domicilio de unos activistas so pretexto de que celebran una reunión ilegal.

Fuentes de CODESA confirmaron a Efe que se han celebrado recientemente algunas reuniones de su grupo con miembros locales del Consejo Nacional de Derechos Humanos, aunque aclararon que se trató de reuniones "personales" y "no oficiales".

Se da la paradoja de que Marruecos ha celebrado varias rondas de diálogo con el Frente Polisario en Manhasset (Estados Unidos), auspiciadas por la ONU, mientras que ha negado hasta ahora toda legitimidad a los grupos que los medios marroquíes llaman "polisario del interior", es decir, los que actúan dentro de los territorios saharauis bajo control marroquí.

Aunque prospere la legalización de las asociaciones independentistas, es difícil que vea la luz un partido político del mismo signo, ya que la Constitución marroquí aprobada en 2011 lo prohíbe expresamente en su artículo séptimo.

"Los partidos políticos no pueden fundarse sobre una base religiosa, lingüística, étnica o regional (...) No pueden tener por objetivo el atentar contra la religión musulmana, el régimen monárquico, los principios constitucionales, los fundamentos democráticos o la unidad nacional y la integridad territorial del Reino", señala el artículo.

Numerosos observadores externos han lamentado la inclusión de este párrafo porque con él Marruecos ha perdido una ocasión de dar carta de legitimidad a un discurso independentista que se exprese dentro del Estado y con el que poder discutir su (hasta ahora imprecisa) opción de autonomía para el Sáhara Occidental.

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