Millones de iraníes conmemoran con procesiones la víspera de la Ashura

  • Millones de iraníes salieron hoy a la calle vestidos de luto para conmemorar con fervor la Tasúa, víspera de la festividad chíi de la Ashura, en la que se recuerda el martirio del imán Huseín con procesiones, cantos rezos y reparto de comida y té.

Ana Cárdenes

Teherán, 13 nov.- Millones de iraníes salieron hoy a la calle vestidos de luto para conmemorar con fervor la Tasúa, víspera de la festividad chíi de la Ashura, en la que se recuerda el martirio del imán Huseín con procesiones, cantos rezos y reparto de comida y té.

El infernal tráfico de Teherán se relajó hoy, festivo nacional, para dejar las aceras y calzadas a los fieles que honran a Abalfazl Al Abas, quien murió por llevar agua a la familia y seguidores de Huseín, nieto del profeta Mahoma, que murió en el año 680 de la era cristiana junto a 72 compañeros en la batalla de Kárbala (hoy en Irak) derrotado por el ejército del califa omeya Yazid I.

En todos los barrios se levantaron hace unos días casetas (takieh) cubiertas con blasones negros con el nombre de Huseín y sus familiares, donde los creyentes reparten té, chocolate, zumos, galletas, dulces o, incluso, comidas completas que se preparan durante la madrugada en enormes cocinas improvisadas en mezquitas, aparcamientos o cualquier espacio que se ceda para la ocasión.

"No se lo doy yo, se lo da Huseín", responden cuando se agradece la ofrenda.

Muchos creen que este té "de Huseín", o las sopas y comidas "de Huseín" traen buena suerte, curan enfermedades o alejan los males, por lo que acuden masivamente a recoger los alimentos, algunos de ellos cargados con jarras o cazuelas para llevarlos a la familia.

A lo largo de toda la semana, los fieles se congregaban en lugares especialmente decorados para la ocasión, a escuchar canciones y poemas que relatan la vida del imán y golpearse el pecho en señal de duelo.

La emoción llena la atmósfera y no es difícil ver a hombres y mujeres llorando, en particular en las vistosas procesiones que llenaron hoy la capital.

En el barrio de Chissar, en el norte de la ciudad, grupos de penitentes se turnaban para transportar sobre sus cabezas los "Alam" (símbolos), pesadas banderolas con luces, estatuillas e infinidad adornos que recuerdan la batalla de Kerbala y que alcanzan los entre 150 y 300 kilos de peso.

"Huseín es una muestra de libertad, al que admiramos porque prefirió el bien de los demás al suyo propio", explica Hamide, uno de los dolientes que porta un "Alam" adornado con aves y plumas en señal de vuelo y libertad.

Mehdi Dini, otro penitente de 38 años, asegura que desfila en la Tasúa y la Ashura descalzo desde hace 15 años para agradecer el milagro que hizo Alá salvando a su hermana de una grave enfermedad.

"Le pedí que la salvara y él la salvó. Ahora en la Ashura y la Tasúa salgo siempre a desfilar en la procesión descalzo y lo haré cada año mientras viva", afirma, mientras explica que Huseín es para él "un santo".

En otros grupos, hileras de hombres avanzan hacia la cercana mezquita de Ali Akbar al ritmo que marca un tambor flagelándose simbólicamente la espalda con pequeños látigos metálicos, que no provocan dolor, en señal de pesadumbre por la muerte del imán.

Unas treinta mil personas pasarán en solo unas horas por este templo, asegura uno de sus responsables.

A lo largo del camino, mujeres y hombres vestidos de negro de pies a cabeza admiran el paso de los penitentes mientras se dan golpes en el pecho con la mano abierta, para mostrar su dolor.

Fahime Ardani, vecina del barrio, lleva a su nieto vestido de blanco con una banderola en la cabeza con el nombre de Ali Askar, el chiquillo que falleció también en Karbala y cuya sangre, según explica esta fiel, "no cayó al suelo sino que se evaporó".

"Estos días recordamos la muerte de Huseín, lloramos por ella para que no se olvide nunca a ninguna generación. Matamos corderos y compartimos la comida y también pedimos a Alá que nuestros hijos estén siempre sanos", narra Ardani, mientras come una sopa de judías y fideos "de Huseín".

Las mezquitas están hoy llenas y muchos viven la jornada, además de como un luto, como un motivo festivo en el que salir a las calles, comer con los amigos y honrar a Huseín.

"El amor a Huseín no conoce ni frío ni calor ni cansancio", declaró a Efe Hasan Ahmadi, que desde hace nueve días trabaja desde las 4 de la mañana hasta última hora de la tarde para de comer a miles de personas.

"Todos estos no levantan una cuchara en su casa", dice señalando con humor a sus ayudantes, "pero por amor a Huseín pasan diez días aquí trabajando de sol a sol", agrega este jefe de cocina voluntario, que reparte cada día 300 desayunos y un millar de comidas.

Huseín, es para él "el hombre más grande de la historia de la humanidad", lo que explica que "se siga levantando su bandera con amor".

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