Montaner denuncia la traición de los occidentales por reducir los fondos contra el sida

  • Viena.- El descenso previsto de las aportaciones al Fondo Mundial contra el Sida por los países industrializados ha sembrado la decepción en los salones de la Conferencia Internacional SIDA 2010, que concluye hoy en Viena.

Optimismo científico en la conclusión de la Conferencia del Sida de Viena
Optimismo científico en la conclusión de la Conferencia del Sida de Viena

Viena.- El descenso previsto de las aportaciones al Fondo Mundial contra el Sida por los países industrializados ha sembrado la decepción en los salones de la Conferencia Internacional SIDA 2010, que concluye hoy en Viena.

Entre quienes han expresado su desilusión por la falta de voluntad política para aumentar, o por lo menos mantener, el nivel de contribuciones está Julio Montaner, presidente de este encuentro, que ha atraído desde el domingo pasado a unos 25.000 expertos, activistas y afectados por esta pandemia.

En una entrevista concedida a Efe en Viena, Montaner acusó al grupo G8 de países industrializados de "traición" por la previsible caída de los ingresos.

"Cuando hizo falta plata para pagar a los banqueros o a la industria automotriz la encontraron enseguida, porque son amigos de las empresas. Encontramos el dinero para Wall Street, y cuando en el Golfo de México se derramó el petróleo, también se encontraron fondos", manifestó el médico canadiense de origen argentino.

Fueron precisamente los países más ricos los que encauzaron la creación del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que en el período 2008-2010 contaba con 10.000 millones de dólares para combatir el VIH.

Para los años 2011 a 2013 el Fondo pide entre 13.000 y 20.000 millones de dólares, aunque sólo con esa última cifra los expertos ven factible avanzar en el objetivos del Milenio.

En este contexto, Montaner recordó que Estados Unidos reducirá también su aportación, ya que según fuentes de la conferencia sólo transferirá 1.000 millones de dólares en lugar de los 1.050 millones comprometidos.

En su opinión, Occidente ha cerrado los ojos a la realidad de África, donde en algunos países "el número de infectados oscila entre el 20 y 30 por ciento del total de la población, lo que es desastroso porque estas personas están en plena edad productiva".

"Es una cuestión de prioridades a la hora de asignar los fondos. ¿Por qué no los encontraron para los negritos de África, las prostitutas o los homosexuales?", se preguntó.

"Tenemos un caso de negligencia criminal por omisión que bordea el genocidio, porque si nosotros hicimos la promesa de poder parar potencialmente la epidemia, ahora resulta que los señores (de los países occidentales) dicen que no les interesa todo esto", dijo.

"Si los afectados vivieran en Florida (EEUU), en Francia o España, esta discusión no la tendríamos ahora", agregó Montaner tras recordar que el 40 por ciento de las mujeres en el África subsahariana en edad de gestación son seropositivas, lo que da una imagen de la terrible situación en esa región.

"¿Cómo se puede hacer salud materno-infantil si las madres y los niños están infectados? Y los chicos que no están infectados van a ser huérfanos y se van a morir, porque en África ser huérfano no es fácil", denunció el presidente de la conferencia.

Apuntó que no se puede tolerar que haya un retroceso en las contribuciones de Estados Unidos, y que la Unión Europea, España incluida, también quiera reducir ahora sus aportaciones.

En este sentido, expresó su desilusión porque "quienes prometieron dar acceso universal para el tratamiento del sida hasta 2010 nos han traicionado".

"La inversión adicional para acercar el tratamiento a las personas que lo necesitan y convencerles de la necesidad de dar este paso no sólo salva vidas sino que ahorra dinero a los sistemas nacionales de sanidad", apuntó Montaner.

A su juicio, la epidemia del sida "es como la hipoteca de una casa, que cuando se deja de pagar por un tiempo determinado", o de tratar al paciente, siguiendo el símil, "viene el desahucio con todas las consecuencias de perder la casa, o la vida", dijo.

Por Ramón Santaularia

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