Mueren 30 jóvenes en tres semanas en ritos de circuncisión en Sudáfrica

  • Un total de 30 jóvenes han muerto y 293 están hospitalizados desde el pasado 17 de junio a causa de las heridas sufridas en los ritos de circuncisión que marcan el paso a la edad adulta, celebrados en la provincia surafricana de El Cabo Oriental, confirmaron hoy a Efe fuentes oficiales.

Johannesburgo, 8 jul.- Un total de 30 jóvenes han muerto y 293 están hospitalizados desde el pasado 17 de junio a causa de las heridas sufridas en los ritos de circuncisión que marcan el paso a la edad adulta, celebrados en la provincia surafricana de El Cabo Oriental, confirmaron hoy a Efe fuentes oficiales.

"Algunos de los hospitalizados tienen heridas muy graves, y varios de los jóvenes han sido víctimas de intentos de castración, algo que no tiene nada que ver con la circuncisión", dijo el portavoz del Departamento de Sanidad de El Cabo, Sizwe Kupelo, que dijo que "en algunos casos, hay una clara intención criminal".

"En los casos en que es posible, los médicos reconstruyen los órganos genitales de las víctimas con piel de otras partes de su propio cuerpo", añadió Kupelo en una conversación telefónica con Efe.

La circuncisión es parte de ritos tradicionales de paso a la edad adulta en muchas culturas africanas.

Tras ser circuncidados, los adolescentes deben pasar varias semanas a la intemperie en zonas aisladas sin atención médica.

Las ceremonias se llevan a cabo en las llamadas "escuelas de iniciación", que en algunos casos actúan al margen de la ley.

Decenas de adolescentes mueren cada año en Sudáfrica en escuelas de iniciación, por las que pasan decenas de miles de jóvenes anualmente.

"La proliferación de escuelas de iniciación puede verse cada día en el Cabo Oriental. Los mafiosos se aprovechan de esta costumbre y destruyen a los jóvenes", dijo hoy el ministro sudafricano de Sanidad, Aaron Motsoaledi.

"Esto es algo criminal, que nada tiene que ver ya con la cultura", afirmó Motsoaledi, que aseguró que muchos padres son sobornados por los dueños de las escuelas para hacerles pagar por la seguridad de los muchachos, que a veces son reclutados a la fuerza por las propios centros de iniciación.

"Algunos padres -agregó el ministro- no denuncian su desaparición a la Policía, por temor a obrar contra la tradición".

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