Musulmanes e hindúes entierran sus diferencias para vivir el Ramadán indio

  • Musulmanes e hindúes, cuya convivencia en la India ha estado salpicada desde su independencia de matanzas con miles de muertos, quieren ahora desterrar esa realidad y disfrutar juntos de fiestas como el Ramadán.

Noemí Jabois

Nueva Delhi, 17 jul.- Musulmanes e hindúes, cuya convivencia en la India ha estado salpicada desde su independencia de matanzas con miles de muertos, quieren ahora desterrar esa realidad y disfrutar juntos de fiestas como el Ramadán.

Los musulmanes que decidieron quedarse tras la partición de la India británica en 1947, en lugar de trasladarse a Pakistán, afirman vivir en armonía con los devotos de otras religiones y gozar de total "libertad para rezar y seguir su religión", explica a Efe Majid Khan, musulmán de 46 años.

Khan sostiene que, de hecho, "la gente de otras creencias se une a los mahometanos y venera el mes de Ramadán", en una manifestación de la huella dejada por Mahatma Gandhi, para quien las diferentes religiones eran "hermosas flores del mismo jardín".

Durante el noveno mes del calendario islámico, muchos hindúes deciden adelantar o retrasar la hora de su cena para compartir con sus amigos musulmanes el Iftar, comida con la que rompen el ayuno del Ramadán al caer el sol.

"Tengo muchos amigos que son hindúes. Comen conmigo a la hora del Iftar. También vienen a casa en el Eid al Fitr (fiesta final del Ramadán) y comen sewaiyan", asegura, por su parte, el profesor Imtiaz Ahmed Khan.

El docente explica que él también acude al festival hindú Holi, ya que el 75 por ciento de sus amistades profesan esta religión, mayoritaria en la India.

Los seguidores de Mahoma, por su parte, suponen un 15 por ciento de la población total del gigante asiático, donde se concentra la mayor minoría islámica del mundo.

Al contrario de lo que ocurre en la mayoría de países islámicos, las compañías indias no reducen la jornada laboral en Ramadán, con la excepción de determinadas instituciones dirigidas por devotos de Alá.

"En la Universidad Musulmana de Aligarh, por ejemplo, este año los días de trabajo han sido reducidos en dos horas. Puesto que no hay descanso para comer, en realidad la rebaja en la jornada laboral es de sólo una hora", apunta una profesora del centro, Nighat Ahmad.

En la mayoría de países islámicos, todas las personas, más allá de su religión, están obligadas por ley a no comer, beber y fumar en público durante este mes sagrado.

La India, definida en su Constitución como "una república laica", no contempla esta prohibición, pero esto, lejos de acrecentar tentaciones, parece reafirmar la devoción de los mahometanos.

"El ayuno es nuestro deber, no importa que haga sol o calor ni importan las circunstancias, tenemos que hacerlo. Ahora que hace tanto calor, aún así lo estamos haciendo", explica el diseñador gráfico Faizan Ahmed.

El ambiente característico del Ramadán envuelve cada noche los barrios musulmanes de la India, al igual que se cierne sobre países enteros a sólo unos kilómetros de distancia.

Al caer el sol, los alrededores de las mezquitas se convierten en hervideros de gente y puestos callejeros, en los que cualquiera puede degustar diversas especialidades culinarias típicas de este periodo sagrado.

En esta ocasión, el Eid ul Fitr o Festival del Azúcar pondrá el broche final al mes del Ramadán el 28 de julio y, como cada año, la India ha decretado el día festivo nacional.

De este modo, musulmanes e hindúes podrán disfrutar juntos de las visitas familiares, intercambios de regalos y grandes banquetes que caracterizan a esta celebración.

Mohamed Mushahid es bibliotecario en la capital india y durante este mes mantiene su horario habitual, por lo que a veces se ve obligado "a romper el ayuno en el McDonalds", a falta de tiempo para llegar a hacerlo en casa con su familia.

No obstante, recalca con una sonrisa que cuando acude al restaurante de comida rápida para el Iftar, sus amigos hindúes "no le dejan pagar" la cuenta.

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