¿Se moviliza poco el español? ¿Se conforma con una "crítica del bar"? ¿Cuesta sacarle de casa para reivindicar la mejora de un problema nacional? Frases parecidas se escuchan en tertulias y se pueden leer en foros de internet y en comentarios de redes sociales.
"Las manifestaciones sirven para plantear que existe un conflicto: no pretenden solucionar los problemas, sino manifestar que existen". Así se explica Rafael Cruz, experto en movimientos sociales y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. "Está muy extendida la idea de que el español se moviliza poco, pero yo no la comparto".
Los movimientos sociales en España han tenido capacidad de hacerse muy visibles, como fue la reacción al asesinato de Miguel Angel Blanco o la oposición ciudadana a la guerra de Irak. "Existe un concepto equivocado: los movimientos sociales son acción, no organización ni plataformas fuertes y omnipresentes a todos los días y a todas horas". Un ejemplo, continua Cruz, es lo que ocurrió el 15M: se trató de un movimiento espontáneo que revelaba un estado de insatisfacción generalizado y compartido por distintos grupos sociales.
Pero, ¿por qué no ha ocurrido algo parecido el 25S? Luis Muiño, psicólogo social, considera que este movimiento ha dado una sensación de peligro que ha ahuyentado muchas simpatías: "Aparte del día o el clima, que son cosas que influyen en el éxito o fracaso de una convocatoria, está claro que rodear el Congreso no es lo mismo hacer una acampada en una plaza. No es un acto que pueda aglutinar distintas sensibilidades, como si ocurrió con el 15M, al que apoyaba el 80 por ciento de la población"
Alejandro Navas, profesor de sociología de la Universidad de Navarra, comparte esta visión: Decir "Rodea el Congreso" son palabras mayores; el tono de la convocatoria era revolucionario, sin propuesta alternativo", y recuerda que todo movimiento social necesita una organización para alcanzar sus objetivos. Cita una frase de Lenin: "la revolución no se hace; la revolución se organiza". Las facilidad de comunicación que permiten hoy las redes sociales para convocar movimientos no tiene por qué traducirse necesariamente en seguimiento. De ahí que hasta los mismas autoridades hayan sobrevalorado el 25S, al punto de movilizar 1.300 policías para evitar incidentes, una cifra que luego se ha demostrado excesiva.
Cambiar cosas desde la pura asamblea democrática de base, como pretendía el 15M, es inoperante en la práctica, según Navas. Para eso "hay que penetrar el sistema a través de los cauces previstos, cosa que requiere tiempo y paciencia, virtud no muy frecuente entre los españoles, que queremos una respuesta inmediata para todo".
¿Qué debe hacer un movimiento social que quiere ganar apoyo social? Rafael Cruz lo tiene muy claro: "transmitir respetabilidad, lo cual pasa por una renuncia voluntaria y explícita a la violencia, como ya hicieron en su momento. Y también debe transmitir "unidad", cosa muy difícil "cuando se trata de atraer grupos muy heterogéneos entre sí". Por otro lado, continúa Cruz, es importante "emitir un mensaje de compromiso de sus participantes con sus propuestas y objetivos" y un "amplio respaldo social, como logró el 15M y no han conseguido otros grupos".
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