Recesión y huelgas también amenazan la aparente firmeza del régimen sirio

  • Seducido por el espectacular crecimiento que experimentaba la economía tras décadas de férreo socialismo, Wael A., un acaudalado empresario sirio, decidió en 2009 probar suerte en la recién estrenada bolsa damascena.

Javier Martín

Damasco, 12 ene.- Seducido por el espectacular crecimiento que experimentaba la economía tras décadas de férreo socialismo, Wael A., un acaudalado empresario sirio, decidió en 2009 probar suerte en la recién estrenada bolsa damascena.

El riesgo parecía limitado, ya que, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Siria crecía sostenidamente al 5 por ciento anual desde 2004, gracias a un plan destinado a liberalizar el mercado y abrir el país a los inversores extranjeros.

En poco menos de un lustro, la anodina Damasco, donde apenas se hallaban productos occidentales, estrechaba distancias con la moderna y vibrante Beirut.

Decenas de cafés, restaurantes y comercios abrieron sus puertas, e incluso coches de lujo de gran cilindrada comenzaron a circular por los barrios más prósperos de la capital y otras grandes ciudades.

Faraónicos proyectos inmobiliarios y de infraestructuras generaban empleo, extremo que permitió al presidente, Bachar al Asad, reducir los subsidios que durante décadas habían sostenido el andamiaje socialista.

Las perspectivas eran igualmente esperanzadoras en el arranque de 2011, pese a que ya se perfilaba la sombra de las protestas en la región.

Predicciones del FMI auguraban que el crecimiento se mantendría, y que los ingresos por turismo y comercio superarían récords históricos.

Pero diez meses después del estallido de la revuelta, y acorralada por la violenta represión policial, la inestabilidad en las provincias y la presión internacional, la frágil economía siria comienza a desplomarse y amenaza con transformarse en la grieta que finalmente resquebraje el todavía en apariencia firme Régimen.

"Muchos inversores hemos decidido sacar su dinero y llevarlo a lugares seguros. Existe mucho riesgo e incertidumbre", argumenta a Efe Wael, quien por razones de seguridad prefiere que su nombre completo no sea revelado.

Este retroceso en la inversión es admitido por el director ejecutivo del mercado de valores damasceno, Mamoun Hamdan, quien sin embargo cree que es un revés pasajero.

"La caída es un efecto de corrección por el gran crecimiento en 2010, aunque también viene generado por cierto clima de desconfianza", explicó a Efe.

Otros datos vaticinan, igualmente, una rápida y amplia contracción de la economía que, según cálculos del Instituto Internacional de Finanzas, podría suponer una recesión del 10 por ciento en 2012 si la violencia se agudiza.

Analistas económicos coinciden en afirmar que desde que se desencadenara la sublevación, el producto interior bruto se ha reducido en un 20%, el paro ha superado el 30% y los ingresos por turismo y petróleo, pilares económicos del país, se han evaporado.

La lira siria se ha devaluado respecto al euro incluso en el mercado negro, con cifras que apuntan a que el Estado habría perdido un 25 por ciento de su capacidad adquisitiva.

Hay expertos que aseveran, incluso, que el régimen tiene enormes dificultades para pagar los salarios en el Ejército, base que cimenta su poder.

Consciente del problema, el Gobierno ha tratado de cercenar el deterioro con medidas como la venta de divisas y la recuperación de algunos subsidios.

"El régimen tiene todavía mucha moneda extranjera, aunque decrece con rapidez. Y aún le quedan aliados como Irán o Rusia que le ayudan (financieramente) a seguir a flote", detalla un académico sirio que igualmente pide no ser identificado.

A agravar la coyuntura ha contribuido igualmente la decisión de Washington y Bruselas de aplicar sanciones, que han frenado la fluidez del comercio petrolero y levantado trabas a la financiación externa.

Queda por ver el impacto de los medidas punitivas decididas por la Liga Árabe, que de concretarse supondrían otra fuente más de asfixia.

El problema es que la pujanza económica ha convertido a Siria en puente crucial de comercio para países como Jordania, el Líbano o Irak, que se muestran reticentes hasta que no se acuerden opciones compensatorias.

Conocedores de que la economía es uno de los principales talones de aquiles del régimen, parte de la oposición, a través de los Comités de Coordinación Local, espolea una ambiciosa campaña de desobediencia civil.

La iniciativa incluye el cierre de los comercios, el bloqueo de carreteras y autopistas, el absentismo de funcionaros y estudiantes y huelgas en la industria y sectores determinantes como el transporte.

Pero aunque los efectos comienzan a sentirse en las zonas rurales y poblaciones sublevadas como Sabqa o Idleb, los expertos coinciden en señalar que la crisis no se precipitará mientras se mantengan firmes la capital y ciudades como Alepo.

"Los grandes comerciantes de Alepo y Damasco se mantienen aún a la espera, al lado del régimen, pero cada vez hay más críticas por como afecta la situación a su negocio", concluyen el académico. EFE

jm/ll

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