Rusia condena violencia opositora siria y advierte sobre amenaza guerra civil

Moscú, 3 oct.- Rusia condenó hoy los "actos terroristas" perpetrados en las últimas semanas por los sectores más radicales de la oposición siria y advirtió de que la actual ola de violencia puede abocar al país árabe a una guerra civil.

"Estamos profundamente convencidos de que el método del terror como parte de una estrategia dirigida al derrocamiento armado del actual régimen (...) solo puede provocar un peligroso enfrentamiento, hasta una guerra civil", informó la Cancillería rusa en un comunicado.

La nota añade que la continuación de la violencia "tendrá consecuencias destructivas tanto para Siria como para toda la región" de Oriente Medio, según las agencias rusas.

"Moscú condena las acciones terroristas" cometidas en las últimas semanas contra civiles, como el asesinato el domingo del hijo del muftí supremo de Siria, dijo.

La Cancillería recuerda que "éste no es el primer crimen de esa clase", ya que "en las últimas semanas se han cometido una serie de atentados contra los civiles -científicos, profesores y funcionarios, entre otros- que abogan por una vía dialogada y no violenta de la actual crisis, y sus familiares".

Al respecto, añade, "Rusia insiste en llamar a las fuerzas constructivas de la oposición siria a que se desmarquen con decisión de los métodos de terror y la violencia, y opten por la senda del diálogo con las autoridades".

Moscú ha demandado reformas al líder sirio, Bachar al Asad, pero se ha manifestado contraria a la adopción de sanciones internacionales contra ese país y una repetición del escenario libio con la intervención militar de Occidente.

La oposición siria creó el domingo el denominado Consejo Nacional Sirio (CNS), una entidad que reúne a todas las tendencias políticas y quiere hacer realidad las aspiraciones del pueblo sirio de "derrocar el régimen establecido y crear un sistema democrático".

Desde mediados de marzo pasado, Siria es escenario de revueltas populares contra el régimen de Al Asad, que se han cobrado la vida de unas 2.700 personas, según cifras de la ONU.