Santa Bonifacia, la monja española que dedicó su vida a la mujer trabajadora

  • La monja española Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905), fundadora de la Congregación de las Siervas de San José y proclamada hoy santa por el papa Benedicto XVI, fue una religiosa que dedicó su vida al servicio de la mujer trabajadora.

Ciudad del Vaticano, 23 oct.- La monja española Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905), fundadora de la Congregación de las Siervas de San José y proclamada hoy santa por el papa Benedicto XVI, fue una religiosa que dedicó su vida al servicio de la mujer trabajadora.

Adelantada a su tiempo, su objetivo siempre fue unir la oración con el trabajo y ayudar a las jóvenes desamparadas.

Bonifacia Rodríguez de Castro -nacida en Salamanca y fallecida en Zamora- fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 9 de noviembre de 2003 en el Vaticano.

La religiosa, la primera santa de Salamanca, nació en el seno de una familia trabajadora.

Su padre era sastre y falleció cuando ella tenía 15 años, por lo que, para ayudar a su madre, comenzó a trabajar a jornal como cordonera.

Bonifacia, como todas las mujeres trabajadoras en la mitad del siglo XIX, trabajaba de sol a sol, estaba mal pagada y durante diez años vivió como asalariada.

Con el paso de los años creó su propio taller de cordonería y pasamanería, en el que entraron a trabajar mujeres pobres de Salamanca que, como ella, se sentían atraídas por la vida religiosa.

Fundó la Asociación Josefina y decidió hacerse dominica, pero la llegada a Salamanca del jesuita catalán Francisco Butinya i Hospital cambió el rumbo de su vida.

Butinya le propuso crear una nueva congregación orientada a ayudar a la mujer trabajadora.

Así, junto a su madre y otras cinco mujeres de la Asociación Josefina, fundó la Congregación de las Hermanas de San José.

Las casas de la congregación se llamaban "Talleres de Nazaret" y allí se vestía sin hábitos, como las demás trabajadoras del país.

Su objetivo era unir la oración con el trabajo y ayudar a las jóvenes desamparadas.

La vida de Bonifacia no fue fácil debido a las envidias y recelos de las otras hermanas, que lograron destituirla de superiora de la comunidad y la obligaron a trasladarse a Zamora, donde -en contra de lo que pensaban las otras religiosas- logró abrirse camino e inauguró nuevas casas y ayudó a las mujeres trabajadoras, dedicándose también a la educación.

La madre Bonifacia siempre respondió a las acusaciones con el perdón y el silencio.

El milagro que la ha llevado a la gloria de los altares y al culto universal es la curación de un hombre de 33 años que vive en Kayeye (República Democrática del Congo), quien padecía una enfermedad incurable estomacal que le había provocado la putrefacción del intestino y que sanó de manera inexplicable para la ciencia.

El enfermo y su familia tenían contacto con la orden de Las Siervas de San José, ya que ellas regentan un hospital en una localidad cercana.

El primer milagro, que le abrió las puertas a la beatificación, se produjo en un español nacido en Valladolid y afincado en Barcelona, de 73 años, a quien le diagnosticaron un carcinoma de hígado y que se curó de manera inexplicable para la ciencia.

El hombre, aunque muy enfermo y pese a que los médicos le habían dado pocos meses de vida, decidió seguir fabricando los uniformes escolares del colegio de las Siervas de San José.

Las monjas rezaron a la fundadora, imploraron su intercesión y un día, el de su cumpleaños, el hombre sanó.

Actualmente las Siervas de San José cuentan con unas 700 hermanas, distribuidas en un centenar de comunidades (casas) repartidas en 12 países.

Están presentes en España, Argentina, Colombia, Chile, Perú, Bolivia, Cuba, Italia, Filipinas, Papua Nueva Guinea, Congo y Vietnam.

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