Tomarse un permiso por paternidad, todo un atrevimiento en Corea del Sur

  • Cuando el surcoreano Kim Jin-Sung pidió un permiso por paternidad para criar a sus hijos, sus jefes reaccionaron con asombro, incomprensión y enfado, en un país enquistado en los roles de género.

"Me preguntaron 100 veces si iba en serio", cuenta en un salón lleno de juguetes de su apartamento de Seúl. "Fue difícil, pero al final tuve la suerte de conseguirlo".

Otrora inconcebible, esta opción es todavía muy minoritaria en una sociedad patriarcal hipercompetitiva que deja el cuidado de los niños en manos de la mujer.

Cada vez menos surcoreanas acatan el papel que les impone la tradición. El gobierno también fomenta los permisos por paternidad como una herramienta de lucha contra el envejecimiento de la población y de estímulo de la natalidad.

Para que las parejas tengan más hijos, las autoridades emprendieron reformas que incluyen ayudas para incitar a los hombres a hacer un paréntesis en su vida profesional.

Los papás como Kim Jin-Sung renuncian a su salario y cobran un subsidio equivalente al 40% del sueldo. El tope es de un millón de wones (849 dólares).

El envejecimiento de la población de la cuarta economía asiática se ha acelerado: su índice de fertilidad es el más bajo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, la OCDE (1,19 niños por mujer, contra un promedio de 1,67).

La continua subida del precio de la vivienda, los prolongados estudios académicos y un mercado laboral hipercompetitivo hacen que muchos surcoreanos se casen cada vez más tarde, o incluso queden solteros. Y los nacimientos se resienten.

La implicación de los hombres en las tareas domésticas y en el cuidado de los niños deja que desear en Corea del Sur, con 45 minutos diarios como media, la más baja entre los países de la OCDE.

"Nuestra mentalidad es todavía del pasado, cuando sólo los hombres podían salir a ganarse el pan", afirmaba en diciembre la presidenta Park Geun-Hye, partidaria de que las empresas reduzcan el tiempo de trabajo.

Kim Jin-Sung, cansado del tiempo que le robaba su vida profesional, se pidió un año para atender a sus hijos de cinco y tres años.

"Cuando tenía suerte, llegaba a las 20H00 o a las 21H00", recuerda. "Era imposible encontrar tiempo para jugar o leerles cuentos".

A Seúl le queda mucho camino por recorrer para hacer avanzar las cosas, estima Hong Seung-Ah, del Instituto para el desarrollo de las mujeres de Corea. Por el momento sólo "un papá valiente pide un permiso por paternidad".

Valiente es la palabra empleada por el gobierno para incitar a los padres a aparcar el miedo a una sanción profesional.

Se han hecho avances: el número de permisos por paternidad subió un 40% en el primer semestre de 2015 hasta 2.212. Pero los hombres todavía representan el 5% de las peticiones en comparación con el más del 40% de países como Suecia...

En el mundo empresarial se entrevé una evolución.

Lee Dong-Hoon, un responsable del grupo Hyundai, pidió quedarse en casa para ocuparse de sus gemelos cuando se acabó la baja de maternidad de su mujer. Asegura que la dirección no le puso pegas. Fue el primero en tomarse un permiso largo en 40 años de historia de su empresa.

Muchos de sus amigos y colegas no entendieron su decisión. Él no se arrepiente. "Mis hijas dijeron papá antes que mamá", comenta entre carcajadas. "Verlas sonreír en mis brazos diciendo papá, esos instantes, eso no tiene precio".

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