Túnez, 17 dic.- El tercer aniversario del comienzo de las revueltas sociales que forzaron en Túnez la caída de la dictadura de Zin el Abidín Ben Ali no ha contado hoy con el entusiasmo de los dos años anteriores.
En la región interior de Sidi Buzid, cuna de la Primavera Árabe, varias manifestaciones organizadas por diferentes grupos políticos se dieron cita en la capital de esta empobrecida región del sur del país.
Según explicaron fuentes locales a Efe, el partido islamista conservador Al Nahda, por un lado, el ultraconservador Hizb al Tahrir, por otro, y la formación de izquierdas Frente Popular junto con la Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT) celebraron sus propias marchas con recorridos diferentes.
Las tres concentraciones se desarrollaron seguidas de cerca por un amplio dispositivo de seguridad, agregaron las fuentes.
Los presidentes del país, Monsef Marzuki, de la Asamblea Nacional Constituyente, Mustafa Ben Yafaar, y del Gobierno, Ali Laridi, que tenían previsto desplazarse hasta esta localidad, se conformaron con participar en una ceremonia conmemorativa a puerta cerrada en el Palacio Presidencial de Cartago.
El año pasado Laridi y Ben Yafaar, que sí se desplazaron a Sidi Buzid, fueron agredidos con piedras por un grupo de manifestantes y se vieron obligados a suspender abruptamente su participación en los actos conmemorativos.
En la capital, donde la vida transcurrió con normalidad, varios cientos de ultraconservadores islámicos se manifestaron junto a la sede del Gobierno, según constató Efe.
Los manifestantes enarbolaron banderas negras con inscripciones coránicas blancas y corearon consignas a favor de la instauración de un califato y contra la ilegalización del grupo salafí Ansar Sharía, catalogado por las autoridades como grupo terrorista.
El 17 de diciembre de 2010 el joven comerciante Mohamed Buazizi se roció de gasolina y se prendió fuego en Sidi Buzid en protesta por los abusos cometidos por el régimen.
Esta acción desató una ola de protestas e indignación que se extendió por todas las provincias del país hasta que en enero de 2011 llegó a la capital y forzó a Ben Ali a abandonar precipitadamente el país, después de que el Ejército le hubiera dado la espalda.
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