De puertas para afuera una persona maravillosa. De puertas para dentro un maltratador. "A mi madre no la podíamos dar ni un beso al día porque el asesino de mi padre sentía celos". Así habla una de las hijas de Ana Orantes, mujer símbolo de la lucha contra la violencia de género que ahora vuelve a ser noticia porque una familia del IES Luis Carrillo de Sotomayor de Baena (Córdoba) ha denunciado al profesorado por proyectar su documental el pasado 25 de noviembre, día mundial contra la violencia de género.
Esta hija relata en 'Espejo Público' que no entiende a esa familia. "Quizá lo hagan porque nunca han vivido eso". Y poco a poco ha ido relatando el "infierno" que vivieron hasta que un día el hombre al que no quiere nombrar como padre sino como "asesino" acuchilló a su madre y quemó viva después que de Orantes decidiera contar en la televisión ante las cámaras el infierno en el que vivía. El juez determinó que una vez separados compartieran techo. Uno vivía en la planta baja y Ana en la planta de arriba.
"A mi madre la tuvimos que poner hasta cuatro cerraduras en la puerta y una cadena en la puerta trasera que le construyó mi hermano para que no tuviera que pasar por el patio de la entrada cada vez que llegaba a casa". Tampoco abrían la ventana "por si apuntaba con su escopeta". Asegura que el maltrato "era continuo". Y relata cómo de pequeños recuerdan que nada más escuchar el coche de su padre que se acercaba "había que salir corriendo para abrir la cancela porque si no nos daba una paliza".
No olvida las veces que su madre acudió a denunciar lo que estaba sufriendo dentro de esa casa y como los agentes "le decían que se marcha a su casa a cuidar de los 11 hijos que tenía". No olvida las palizas, los intentos de abuso de sus hermanas e incluso hijas por parte de "ese asesino" que falleció hace unos meses y eso hizo que la familia "respirara" porque temían que cuando saliera cumpliera su amenaza de "ir a por todos". "En casa no se podía ni respirar cuando llegaba él".
La valentía de Ana Orantes de salir en televisión le costó la vida. Su marido José Parejo, después de golpearla, la ató a una silla, la roció con gasolina y la prendió fuego. Fue salvajemente asesinada tras cuarenta años de palizas y violaciones. Un día no pudo más y contó su historia ante las cámaras. Trece días después murió. Fue en 1997. Aún hoy, veintidós años después, en España cada semana una mujer es asesinada por su pareja o expareja.
Su relato fue el que vieron en ese instituto y que hoy lleva a los profesores ante los tribunales en este centro andaluz. Desde la Confederación Andaluza de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado por la Educación Pública, Codapa, se expresa su "solidaridad y respaldo".
En este sentido y en un comunicado, la Codapa ha recordado que "todas las actividades que se programan en clase se aprueban previamente en el máximo órgano de representación de la comunidad educativa en los centros educativos, el consejo escolar, con el consenso de las madres y padres, con los que también colabora de forma directa la persona coordinadora de coeducación a la hora de decidir todo lo que se hace en materia de igualdad". En este caso en particular, la actividad había sido aprobada y programada dentro del Plan de Igualdad de este instituto.
"Que la denuncia haya prosperado demuestra un desconocimiento absoluto del funcionamiento de los centros", según ha lamentado la Codapa, sorprendida por "la citación judicial al profesor que visionó el documental en clase, sobre todo, porque este tipo de actividades está amparada por la normativa vigente, estatal y autonómica".
"Se da la circunstancia, además, de que el documental en cuestión es el propuesto por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), que en su calendario escolar coeducativo para este curso sobre mujeres andaluzas con historia dedica noviembre a Ana Orantes, cuyo valiente testimonio público en televisión y su cruel asesinato posterior a manos de su marido, que la quemó viva, marcó un antes y un después".
Ello "sacó la violencia machista del ámbito doméstico y obligó a la sociedad a replantearse la necesidad de tomar conciencia y buscar soluciones ante tal lacra, tal y como recuerda esta misma herramienta didáctica del IAM".
En consecuencia, "lo sucedido obedece a un intento de amedrentar al profesorado, tratando de judicializar la labor docente para sacar de la agenda escolar cuestiones que parecen molestar a determinados sectores, como la igualdad que, no olvidemos, forma parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos".
Para la Codapa "la gravedad de este caso, más propio de otros tiempos en los que imperaba la censura, merece una respuesta contundente", y por eso ha reivindicado "dar portazo a propuestas retrógradas como el PIN Parental, que anteponen el sesgo ideológico de las familias al interés del menor, cuyo derecho a recibir una formación integral en materia de igualdad o diversidad afectivo sexual debe estar por encima de cualquier prejuicio particular".
Así, "bajo el tan aclamado derecho a elegir de las familias con el que intentan justificar este tipo de iniciativas se esconde un argumento equivocado muy peligroso", porque las familias no pueden "modificar el currículo educativo" de sus hijos a su "antojo", y no pueden "disponer de un veto para usar a voluntad, ya que el currículo de las materias viene establecido por la normativa legal al respecto".
De lo contrario, se estaría "atentando contra la autonomía de los centros y contra el propio derecho del alumnado a recibir una educación integral basada en valores colectivos e inclusivos", por lo que "es alarmante que se recurra a los juzgados para denunciar temas educativos que se pueden tratar por otras muchas vías".
De hecho, "las familias pueden hacer consultas y propuestas al equipo directivo del centro, en caso de desavenencia de algún tipo", y "pueden conocer de primera mano las normativas y derechos universales que amparan determinadas actividades".
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