Un médico certifica la autopsia de una niña supuestamente robada

  • El doctor Luis Capote, quien ha declarado como testigo ante un juez de Madrid por la presunta desaparición de una niña en la madrileña Clínica de Santa Cristina en 1982, ha certificado hoy el informe de autopsia de la niña, que nació prematura, con bajo peso y falleció por falta de oxígeno.

Madrid, 15 oct.- El doctor Luis Capote, quien ha declarado como testigo ante un juez de Madrid por la presunta desaparición de una niña en la madrileña Clínica de Santa Cristina en 1982, ha certificado hoy el informe de autopsia de la niña, que nació prematura, con bajo peso y falleció por falta de oxígeno.

"Éste no era un caso de bebés robados", ha dicho Capote después de prestar declaración ante el titular del Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, Adolfo Carretero, que investiga la denuncia de una madre, Isabel Bravo, por la desaparición de su hija nacida el 5 de junio de 1982.

Carretero había citado a declarar como testigos a siete médicos que figuran en el historial clínico de la denunciante, pero tan solo tres han acudido al Juzgado, los pediatras Rosa María Acero de Pablo y Luis Cardona Urda, y el patólogo Luis Capote.

De los cuatro doctores que no han comparecido ante el juez, dos están hospitalizados -Ceferino de la Calle y José Castillo Díaz-, una doctora ha fallecido -Rosario Barbero Ungría- y otra no ha sido localizada.

Capote, que trabajó como patólogo en la Clínica de Santa Cristina entre 1973 y 1985, ha certificado hoy el informe de autopsia de la niña, que nació prematura, pesó 690 gramos y falleció por falta de oxígeno, puesto que no llegó a respirar.

"No sé si hay casos de bebés robados", ha recalcado el médico, quien ha indicado que no conocía a la religiosa María Gómez Valbuena, conocida como "sor María", trabajadora social en la Clínica de Santa Cristina, ya fallecida e imputada en varios presuntos casos de bebés robados.

Sin embargo, según Capote, en la Clínica de Santa Cristina circulaba la versión de que había una monja que buscaba padres adoptivos a los niños abandonados por sus progenitores biológicos.

La denunciante ha destacado las "irregularidades" de su historial clínico -en el que figura como soltera y casada a la vez y la niña figura con cuatro pesos diferentes-.

Además, no hay legajo de aborto y no hay licencia de enterramiento.

La mujer ha relatado que, cuando tenía 16 años y estaba embarazada de casi siete meses, acudió a una revisión ginecológica al ambulatorio, donde un médico le dio un jarabe para cortar los vómitos.

Dos días después, el sábado 5 de junio de 1982, se puso de parto y acudió, por cercanía a su domicilio, a la Clínica de Santa Cristina, donde dio a luz a una niña en el depósito de cadáveres.

La pequeña nació prematura, sin ningún problema de salud, y fue trasladada a una incubadora, donde permaneció cinco horas hasta que falleció por una afección pulmonar, según la autopsia, y fue enterrada al día siguiente del nacimiento, el 6 de junio.

Bravo ha explicado que en la tarde del mismo día del entierro el médico que la atendió en el ambulatorio la visitó en la Clínica de Santa Cristina y la consoló diciéndole que era joven y que podía tener más hijos.

Con posterioridad, en la sala de enfermería, el médico que la atendió en el parto le dio "el alta", un trozo de papel en una hoja de cuaderno en el que escribió con un bolígrafo: "Déjala salir".

El médico le indicó que saliera por la puerta trasera y le diera ese papel a la persona que custodiaba la salida.

Tras afirmar que siempre pensó que su hija había desaparecido, Bravo ha mostrado su deseo de que la justicia aclare su caso y busque a los culpables. EFE

xh/pv

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