El hombro congelado o capsulitis adhesiva es una lesión muy común y que puede llegar a ser muy limitante en la vida diaria de quien lo padece. Si bien su incidencia es mayor entre los 40 y 60 años, son las mujeres mayores de 50 años las que presentan mayor riesgo de desarrollar el hombro rígido. Sus síntomas más notorios y frecuentes son el dolor y la pérdida de la movilidad en esta parte del cuerpo. Además, puede llegar a interferir en el día a día e incluso impedir llevar a cabo ciertos trabajos.
“De todas las articulaciones del cuerpo, el hombro es la que tiene el arco de movimiento máximo: 360 grados. La circunferencia completa. Se fuerza mucho más y, por eso, es más propenso a sufrir lesiones”, detalla el doctor José Antonio Márquez Sánchez, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Quirónsalud Clideba.
En caso de sospechar que padecemos esta enfermedad, es crucial acudir al especialista para que pueda realizar las pruebas pertinentes para su diagnóstico, como una ecografía o una resonancia magnética. Aunque no existan evidencias científicas acerca del origen específico, el surgimiento de la capsulitis en el hombro se asocia a situaciones en las que el hombro haya estado inmovilizado durante un tiempo prolongado, como fracturas, ictus o cirugías.
El surgimiento de la capsulitis en el hombro se asocia a situaciones en las que el hombro haya estado inmovilizado
Otros contextos propicios en los que puede proliferar la enfermedad del hombro congelado están relacionados con problemas en la columna cervical o con otras patologías como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el hipertirodismo, un infarto o la diabetes mellitus. Asimismo, aumentan las probabilidades de padecer esta afección después de sufrir una tendinitis del hombro o una bursitis.
Riesgos y prevención
Para tratar de evadir esta lesión tan frecuente y que no nos cause molestias en nuestro día a día podemos efectuar ejercicios para fortalecer el hombro e incorporar otras medidas en el trabajo, como evitar adoptar posturas inadecuadas que pueden afectar también a la espalda y al cuello. Igualmente, también es capital evitar los movimientos repetidos con los hombros.
Por otra parte, ciertos deportes como el pádel, el tenis o el baloncesto pueden poner en riesgo la articulación: “Provocan importantes lesiones y, por eso, es tan necesario calentar y estirar antes de hacer deporte”, indica el doctor Márquez. Se trata, precisamente, de movimientos físicos concretos que fuerzan los hombros y, en los casos concretos de los deportes de raqueta, obligan a realizar movimientos repetitivos que dañan esta zona.
Distintos niveles de tratamiento
Para aliviar el hombro congelado se pueden llevar a cabo terapias a base de infiltraciones o tratamientos conservadores “mediante analgésicos, antiinflamatorios, reposo e incluso, en algunos casos, la rehabilitación”, señala el traumatólogo. La cirugía queda aconsejada únicamente en situaciones graves: “La artroscopia de hombro es la técnica elegida en la mayoría de los casos, destacando de ella su gran fiabilidad y mínima agresividad con magníficos resultados”.
“La artroscopia del hombro destaca por su gran fiabilidad y su mínima agresividad”
Otro tratamiento disponible es el uso de una prótesis de hombro en circunstancias específicas en las que se han perdido el manguito rotador o el cartílago. “No obstante, antes de acometer esta solución se debe evaluar el estado del hombro. Según los resultados se elegiría la prótesis más adecuada, que puede ser recubrimiento, anatómica o invertida”, indica el especialista del Hospital Quirónsalud Clideba.
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