Ancelotti 'el diplomático' cumple un sueño

  • Carlo Ancelotti cumplió hoy por fin uno de sus sueños, hacerse cargo del Real Madrid, que acogió con los brazos abiertos a un técnico que dirigirá un proyecto que estará marcado por la diplomacia de su figura y por las intenciones del italiano de ganar títulos jugando "con un fútbol ofensivo y espectacular".

Juan José Lahuerta

Madrid, 26 jun.- Carlo Ancelotti cumplió hoy por fin uno de sus sueños, hacerse cargo del Real Madrid, que acogió con los brazos abiertos a un técnico que dirigirá un proyecto que estará marcado por la diplomacia de su figura y por las intenciones del italiano de ganar títulos jugando "con un fútbol ofensivo y espectacular".

La llegada del preparador transalpino coincide con la necesidad de la casa blanca de apagar varios fuegos y de lograr trofeos ausentes en la última temporada de José Mourinho. El portugués dejó un legado marcado por el ambiente enrarecido en algunos sectores del vestuario que mantuvieron diferencias con su entrenador.

Por eso Ancelotti apareció en el momento justo. Su fichaje revela ciertas intenciones del club madridista. El italiano siempre ha mantenido una buena relación con sus jugadores. En todos los equipos en los que ha estado, no ha tenido problemas. Por lo menos, que se hayan visto fuera del entorno íntimo de un vestuario. Pasó por Reggiana, Parma, Juventus, Milán, Chelsea y París Saint Germain sin ruido de sables.

Pero, sobre todo, Ancelotti mostró unas ganas enormes de dirigir a un equipo al que dejó sin Copa de Europa cuando brilló como jugador en aquel histórico Milán de Arrigo Sacchi. A la 'Quinta del Buitre' siempre le faltó ese trofeo que en un par de ocasiones le birló 'Carletto', la prolongación de su entrenador en el campo.

Décadas después de aquello, y tras una intentona fallida en 2006, Ancelotti cumplió un sueño, sentarse en el banquillo del estadio Santiago Bernabéu. El día de su presentación oficial lo disfrutó desde el primer minuto.

Inició su día visitando la Ciudad Deportiva de Valdebebas. Zinedine Zidane, su nuevo asistente en el banquillo, le acompañó desde Barajas hasta las instalaciones blancas. Allí comprobó que el lugar donde desarrollará su trabajo es de su gusto.

"Es un centro de entrenamiento fantástico, todo lo que se necesita está allí y creo que el trabajo será muy bueno", acertó a decir en las que fueron sus primeras palabras como técnico blanco.

En Valdebebas vio que su despacho ya tenía en la puerta su nombre. Cerca estaban las fotos de equipos del Real Madrid que ganaron la Copa de Europa. Había mucha historia colgada de las paredes y eso lo sabía el técnico italiano. Seguro que él espera crear su propia historia.

Superadas esas primeras emociones llegó el momento de la verdad. Esta vez, en el palco de honor del estadio Santiago Bernabéu, acompañado de su pareja, de Florentino Pérez, de toda la junta directiva, de Zinedine Zidane, de cerca de 300 aficionados y de multitud de medios de comunicación ansiosos de escuchar las primeras palabras de un hombre que vestía con camisa blanca cuando muchas veces suele llevar tonos oscuros.

El presidente del Real Madrid confesó que el sueño de Ancelotti también era el suyo. Pérez, en 2006, llegó a firmar un contrato con el italiano por dos cursos y 3,5 millones de euros anuales. Al final no cuajó, pero siete años después consiguió su firma hasta 2016 por 7,5 millones por temporada.

Después de sus primeras declaraciones, entrecortadas a veces por la emoción, y en las que comentó su intención de ganar títulos con buen juego, bajó a la sala de prensa para pasar otra prueba de fuego: los medios de comunicación con los que tantas tiranteces tuvo Mourinho. Con ellos, mostró una cara diferente a la que se vio por la casa blanca en los tres últimos cursos.

Acompañado por el director de relaciones institucionales del club, Emilio Butragueño, a veces traductor cuando Ancelotti se atascaba con su español, no habló mal de Mourinho, evitó desvelar el evidente fichaje del jugador del Málaga Isco, fue cauteloso con Iker Casillas y salió adelante con una elegancia dialéctica mezclada con un buen humor agradable.

"La diplomacia es la política en traje de etiqueta", dijo un día Napoleón Bonaparte. Así se mostró en su primer día Ancelotti, diplomático y con un carácter afable. Si nada se tuerce, así será siempre en el Real Madrid, equipo con el que siempre soñó y que por fin, a partir de hoy, entrenará después casi dos décadas de carrera en los banquillos.

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