A medio gas y pensando en Múnich el Barcelona derrotó al Levante por la mínima. Tras un partido de Liga con poco ritmo y sin apenas tensión por parte de los dos equipos, los azulgranas acarician el título.
Song recordaba al jugador del Arsenal en el que se fijaron los ojeadores del Barcelona, Abidal daba la sensación de no haberse ido nunca de la defensa y Tello continuaba con su chispa, los regates y sus exhibiciones por la banda, pero el Barcelona no era un conjunto. Tenía la cabeza en otras batallas.
El club azulgrana había adelantado la celebración de Sant Jordi y en el campo se acordaron los jugadores que el día de los libros y la rosa caía en martes, el día que el Barcelona jugará en Múnich uno de los partidos más trascendentes de temporada. Desconectaron y cuando tuvieron alguna oportunidad no tuvieron claridad.
Pese a tener la cabeza en Alemania, las piernas de los jugadores del Barcelona seguían dominando la posesión y el encuentro. Pero no podían traducir ese dominio en goles, en la meta granota Keylor Navas había echado el candado. Incluso cuando el equipo azulgrana pudo anotar de penalti, el equipo costarricense apareció para evitar que David Villa marcase.
El tendido defensivo del Levante de JIM ayudó a que la grada y el juego se fuesen apagando. Hubo que esperar al final del partido para que una conexión, una vez más, entre Alexis y Cesc acabó con la defensa numantina granota.
Pese al superficial partido de los pupilos de Tito, el Barcelona tendrá la próxima semana la primera ocasión para proclamarse campeón.
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