En apenas dos meses, el Barcelona ha logrado poner fin a la monotonía y volver a llevar a la incertidumbre a cualquier equipo a base de balón, movilidad y Messi. Su defensa es eficiente, su centro del campo no impacta como antes pero con el '10' basta. Escorado desde la derecha, ha logrado cambiar la imagen de un equipo que antes de Navidad parecía hastiado de logros y quemado de elogios.
La primera mitad del Etihad enseñó las virtudes de un nuevo Barcelona que ya no considera como una afrenta al escudo vivir a merced del rival. Sabe apañarselas sin balón y eso le ha hecho más complejo y a la vez más inverosímil. Para ser honestos, hay que reseñar que este City está a años luz de lo que pretendía Ferran Soriano y Txiki Beguiristaín cuando contrataron a Pellegrini para darle identidad a un proyecto con mucho caché pero pocas ideas. El equipo de Manchester es un nuevo rico que juega a base de fogonazos y que carece de un patrón de juego claro. El chileno hizo un canto al espectáculo. Pero ni rastro de esta premisa, sólo hay dibujos animados con jugadores como un Leo Messi que volvió a dar la enésima exhibición del año.
Cuando los líos con Hacienda, los vómitos, la mala relación con el entrenador y la desidia en el terreno de juego hacían presagiar que nunca más llegaría a un nivel tan excelso, el argentino se ha transformado desde la banda derecha en un notable rematador y un asistente de matrícula. Guardiola le sacó de la banda para que fuera más influyente en el juego, y ahora, ante la falta de Xavi, el delantero se ha convertido en organizador desde la derecha. Ante el City, asistió, dibló y llevó al delirio a una afición que, hace pocos meses, cuando las malas noticias se sucedían, llegó a dudar de la figura que ilumina al mejor Barcelona en años que dejó sin argumentos a un Manchester City que vivió de los embestidas sin acritud del Kun Agüero.
Y mientras Messi se exhibía pasaron muchas cosas en el partido. Entre caño y caño, sirvió un balón de oro a Rakitic para que este batiera a Hart con una parábola. Ahí terminó la eliminatoria y, por el bien del fútbol, Messi siguió pululando por el terreno de juego creando asociaciones con un Iniesta que volvió a su nivel de 2012. Ambos crearon todas las situaciones de peligro suficientes para sentenciar la eliminatoria en el descanso pero Neymar y Luis Suárez tocaron la madera mientras al Camp Nou se le hacía la boca agua pensando en lo que puede suceder el domingo en el Clásico.
Tras la tortuosa primera mitad para el City, Pellegrini optó por atacar con la bala pero todo era fogueo. Igual de indoloro que el ímpetu de un Barcelona que se dedió a pensar en el Clásico. Al contrario que al comienzo de temporada, si tenía permiso para jugar al tran-tran. A pesar de jugar con la segunda puesta, Hart se convirtió en el héroe de la noche al desbaratar tres balones de gol a Messi y otros dos a Neymar. Si en la primera parte todo fluyó por la zona donde pisaba Messi, la segunda erigió en protagonista a ambos porteros. Mientras el meta del City acababa con todas las ocasiones del Barcelona, Ter Setegen se confirmaba como un buen portero de futuro en Barcelona. El alemán ayer tomó la alternativa al parar un penalti al Kun Agüero que acabó con el sueño del conjunto citizen que presenció otro recital de un Leo Messi que mete miedo al Real Madrid.
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