El camino de Nejla: de mutilada por una bomba al deporte paralímpico

La joven Nejla Imad, en su silla de ruedas, sostiene una raqueta de tenis de mesa con la única mano que le queda: con su pulgar lanza la pequeña pelota blanca al aire y golpea con fuerza al otro lado de la red.

Así comenzó uno de los cinco entrenamientos semanales de esta iraquí de 12 años, una de las decenas de miles de víctimas de las bombas que aterrorizan a sus compatriotas desde hace más de una década.

Nejla tenía tres años cuando un explosivo situado en el borde de una carretera hizo volar el coche de su familia en Baquba, al noreste de Bagdad, llevándose casi toda su pierna derecha, una parte de la pierna izquierda y su antebrazo derecho.

Pese a las graves lesiones, un año después empezó en el tenis de mesa, siendo una niña. Ahora es considerada una figura emergente del deporte en Irak y tiene la ilusión de poder disputar los Juegos Paralímpicos.

"El tenis de mesa (...) está endulzando mi vida", afirma Nejla, vestida con una camiseta verde adornada con la bandera iraquí en el pecho y el nombre de su país en la espalda. "Mi confianza aumenta de día en día", asegura.

"Hacer deporte me da mucha motivación mental y comienzo a sentirme orgullosa", añadió con una sonrisa la joven deportista con la frente cubierta por un flequillo.

El entorno en el que ha crecido ha ayudado a que el deporte sirva de vía de escape a la tragedia que le tocó vivir.

"La gente que me rodea es simpática conmigo y siempre están dispuestos a ayudarme, sobre todo fuera de mi casa, eso me alivia mucho el dolor físico y psicológico", cuenta Nejla.

Cada semana, la joven se entrena tres veces en Baquba y dos veces en Bagdad, donde forma parte del equipo nacional paralímpico sub-16.

En Baquba, Nejla practica junto a otras cuatro jóvenes en un centro deportivo decorado con estrellas del ping-pong. Una de sus compañeras de entrenamiento quedó paralizada parcialmente por un disparo de mortero y las otras dos tienen discapacidad de nacimiento.

Sus actuaciones deportivas han destacado en varias competiciones locales y han captado la atención del Comité Paralímpico Iraquí, que le propuso unirse al equipo nacional para menores de 16 años, explica su entrenador en Baquba, Hossam Hussein.

"Nejla es una de las jugadoras más talentosas del equipo, tiene grandes capacidades y confianza en ella misma", explica Hussein, que vaticina un gran futuro para su protegida.

El pasado año, pese a su corta edad, fue segunda del campeonato iraquí paralímpico de tenis de mesa en la categoría sub-16 y ganó una plata en el campeonato árabe.

Nejla no participará en los Juegos Paralímpicos de Rio-2016, explica el entrenador del equipo nacional Jassem Katib Mezal, pero todos creen que estará preparada para competir al máximo nivel en la edición de Tokio-2020.

"Espero formar parte de la delegación iraquí en las futuras competiciones olímpicas", sueña Nejla.

Vive en una pequeña casa en la periferia de Baquba, con sus cuatro hermanas y dos hermanos. Compagina sus entrenamientos con los estudios.

Para su madre, los numerosos trayectos a Bagdad -60 kilómetros con puntos de control y atascos de tráficos- son fatigosos y los 100.000 dínares iraquíes (unos 72 euros) que percibe cada mes para el transporte no cubren por completo los gastos.

"Pero siento que Nejla es feliz y verla hacer deporte alivia mis preocupaciones", reconoce.

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