Caterine Ibargüen, un ciclo olímpico perfecto rumbo a Rio

  • Cuando Caterine Ibargüen se colgó la medalla de plata olímpica el 5 de agosto de 2012 en Londres no podía ni imaginar el ciclo olímpico perfecto que le venía por delante: 29 victorias consecutivas desde entonces, dos oros mundiales y todo preparado para reinar en Rio-2016.

"Rio es la cereza que le falta al pastel", no dudó en afirmar la bicampeona mundial el lunes en Pekín, instantes después de lograr su segundo título de campeona del mundo, con un 14,90 metros en el estadio Olímpico donde un día antes se había coronado Usain Bolt en los 100 metros.

Pero si el ciclo olímpico de Bolt desde Londres ha sido irregular y llegó a este Mundial de Pekín como una incógnita, Ibargüen, a sus 31 años, es la reina absoluta del triple salto y no tiene rival por el momento, por lo que si las lesiones le respetan parece con el camino relativamente despejado hacia un ansiado e histórico oro olímpico.

"Mi rival más fuerte soy yo misma, Caterine Ibargüen. Siempre digo que me centro en superarme a mí misma en cada competencia. Siempre que supere mis temores y mejore mi técnica, voy a estar contenta", dijo Ibargüen a la AFP en los días previos a la competencia en Pekín.

Los Juegos Olímpicos han marcado la carrera de Caterine Ibargüen y en cada edición de 2004 ha ido viviendo momentos que le han llevado a la cumbre en la que lleva instalada tres años.

Vivió su estreno olímpico hace ya once años, cuando tenía apenas 20, en la edición que se disputó en Atenas en 2004.

Entonces era una joven desconocida que competía en el salto de altura y estar en Grecia ya era un éxito inolvidable para ella.

Disfrutó de aquellos Juegos como un niña, convivió con atletas de todo el mundo durante unos días y empezó a sentirse una deportista de primer nivel, pero en la pista los resultados fueron discretos.

Quedó eliminada en la ronda clasificatoria con un 1,85 metros, sin opción de entrar en la final.

Se preparó fuerte para acudir cuatro años más tarde a Pekín-2008, pero no consiguió la clasificación y eso marcó un antes y un después en su carrera.

Le hizo replantearse el rumbo y su preparador, el cubano Ubaldo Duany, la orientó hacia el triple salto, una decisión que cambió la vida de ambos.

"No clasificar para aquella Olimpiada, la que organizó este país, cambió mi vida y mi historia deportiva. Tenía ganas de poder estar en este estadio y competir aquí. Estoy agradecida a aquello que pasó porque creo que todo pasa por algo y eso cambió mi vida", afirmó el lunes en su conferencia de prensa oficial posterior a la victoria, en el estadio 'Nido de Pájaro' de Pekín, donde no pudo estar presente hace siete años.

La decisión dio en la diana y pasó de ser una atleta que se quedaba en las calificaciones de salto de altura de las grandes citas, como le ocurrió también en los Mundiales de Helsinki-2005 y Berlín-2009, a una rival temible en el triple salto.

Se colgó un bronce en el Mundial de Daegu-2011 y en los Juegos Olímpicos de Londres, un año más tarde, elevó la categoría del metal a plata, sólo superada por la kazaja Olga Rypakova, que fue bronce en este Mundial de Pekín.

"Estoy feliz de darle una alegría más a mi país, quería la de oro, para eso trabajé, pero aquí está mi medalla para toda Colombia", declaró entonces en la capital británica.

Fue la última vez que se vio superada en una competencia. Desde entonces acumula victoria tras victoria. Ha ganado dos Mundiales (2013 y 2015), reina en el circuito de la Liga de Diamante, el que agrupa a las reuniones de atletismo más prestigiosas del planeta, e incluso el pasado año elevó su marca personal a un impresionante 15,31 metros, récord sudamericano.

No parece por el momento que haya una rival a su altura para hacerle sombra en Brasil el próximo año, donde su historia olímpica puede tener el final feliz por el que lleva tanto tiempo esperando.

dr/jt

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