El escaso tino de UEFA y FIFA para elegir los organizadores de Eurocopas y Mundiales

  • La capacidad de la UEFA y la FIFA para elegir las sedes para sus torneos está en entredicho. Polonia, Ucrania y Brasil, los países que van a organizar la próxima Eurocopa y el próximo Mundial, están sufriendo muchos problemas para tener todo listo a tiempo.
61st FIFA Congress
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Jorge Ramírez Orsikowsky

¿Qué criterios siguen la UEFA y la FIFA para elegir las sedes de las Eurocopas y los Mundiales? Nadie tiene la respuesta para la pregunta del millón porque son diferentes en cada elección. Unas veces priman los criterios históricos; otras, los deportivos; casi siempre los económicos. Sin embargo, lo que empieza a ser una evidencia es que no tienen mucho tino a la hora de elegir a los ganadores. No hay más que ver los problemas que están pasando Polonia y Ucrania para tener todo listo para la Eurocopa 2012, y los que sufre Brasil para el Mundial 2014.

Llevar la Eurocopa a los países del Este de Europa ha estado a punto de costarle muy caro a la UEFA. Tanto, que el presidente del organismo, Michel Platini, llegó a plantearse seriamente el cambiar de país organizador al ver que las obras de los estadios y las infraestructuras no avanzaban. Algo que podría hacer la UEFA porque países como España, Inglaterra, Alemania o Italia, entre otros, cuentan con los estadios necesarios y también tienen las infraestructuras, o gran parte de ellas.

Al final, la Eurocopa se jugará en Ucrania y Polonia, pero eso no quiere decir que se hayan solucionado todos los problemas. Todavía hay estadios en obras (Lviv, Gdansk), pero peor están en las infraestructuras. Las sedes están muy lejos unas de otras y las redes de carreteras y ferroviaria son mejorables, muy mejorables. El avión va a ser casi imprescindible. Por otro lado, también hay una falta de plazas hoteleras que se quiere paliar con plazas en campings. Además, está el asunto de la seguridad, el control de los ultras violentos, y si los dos países están preparados para ello.

Brasil necesita a Jesucristo para cumplir los plazos

"Los evangélicos creen que Jesús va a regresar. Sólo él (Jesús) podrá hacer que Brasil organice el mejor Mundial". Palabra de Romario, ex futbolista brasileño, campeón del mundo en 1994, y ahora diputado federal. El ex delantero considera que su país organizará el Campeonato del Mundo de fútbol de 2014, pero que "no será el mejor del mundo" salvo milagro.

A mediados de junio, la revista Veja publicó un reportaje donde decía que sólo se había completado el 7,5% de las obras, y que si éstas seguían al actual ritmo, Brasil tendría acabados los siete nuevos estadios en 2038. Las obras del de Natal no han empezado. Otros cinco estadios tendrán que se remodelados, pero éstos andan un poco mejor salvo el de Curitiba, donde los trabajos tampoco se han iniciado. El presupuesto del conjunto de las obras se ha multiplicado por cuatro y sigue subiendo.

Las infraestructuras van todavía peor, si es que es posible. Las obras destinadas a remodelar y agrandar los aeropuertos todavía no están asignadas, se han suspendido definitivamente obras como un monorraíl de 20 kilómetros en Manaos, el tráfico en algunas ciudades es crítico… Y todo esto pasa en un país que antes del Mundial organizará la Copa Confederaciones (2013), y que después se encargará de los Juegos Olímpicos de 2016.

Parece que no sólo la FIFA y la UEFA eligen mal, sino que el COI también falla. Casi siempre, en nombre de una universalización de los eventos y con el objetivo de dar la oportunidad a otros países distintos de los tradicionales de ser los organizadores. Actitud muy loable, pero que trae unida estas situaciones. Y eso por no hablar de los últimos organizadores elegidos para los Mundiales de 2018 y 2022. Rusia se llevó el campeonato de 2018 por el peso de su economía y la promesa de grandes inversiones, que serán necesarias porque sus estadios están a años luz de los de España e Inglaterra, que no fueron elegidas. En cuanto a Qatar, su candidatura está manchada por la supuesta compra de votos. El escándalo ha hecho temblar a la propia FIFA.

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