El increíble hombre menguante: cómo la psicosis de Mou ha acabado por hundirle

    • Muchos son los enemigos que acumula a sus espaldas el técnico portugués del Real Madrid
    • La presencia de Casillas en el banquillo vuelve a evidenciar los extraños métodos de Mou
Mourinho se tapa los oídos
Mourinho se tapa los oídos
Reuters
José Luis Avilés

El periplo de José Mourinho por el fútbol mundial le ha provisto de una abultada agenda de enemigos. Desde su llegada al primer gran club del que tomó los mandos, el Chelsea del multimillonario Roman Abramóvich, el luso no ha dejado títere con cabeza y no ha dudado a la hora de cargar contra todo aquel que se ha interpuesto en su camino. Quizá movido por su afán de ser "the special one", Mourinho se ha labrado multitud de enemistades que han acabado por hundirle.

En el equipo del oeste de Londres, se topó con Frank Arnesen, el director deportivo designado por el dueño del club. Esta figura, con la que más tarde también se las vio ya en el seno del Real Madrid y con Jorge Valdano en el rol de archienemigo, se interpuso, a juicio de Mou, en aquellos fichajes que quiso el entrenador portugués.

En referencia a Arnesen, Mourinho llegó a decir que era "una persona que le dice a todo que sí. Tiene opinión propia y por eso se producen los roces". Cuando llegó a Stamford Bridge, el portugués estaba convencido de que el magnate ruso respondería de forma afirmativa a todos sus caprichos, pero la figura del director técnico danés frenó por completo las enormes pretensiones de Mou y cuando Abramóvich tuvo que decidir, no obró como Florentino hizo con Jorge Valdano.

En el caso del argentino y el Real Madrid, el portugués salió airoso de la contienda. Cuando ''the special one" aterrizó en la Casa Blanca, las diferencias entre ambos eran ya palpables. Años atrás, en las columnas de opinión que firmaba en el diario Marca, Jorge Valdano ya cargaba tintas contra el portugués. Allí dejó claro que no era santo de su devoción, pero, pese a todo, en el majestuoso proyecto de la segunda era de Florentino Pérez, el ego del entrenador debía ser equitativo al de las estrellas que habrían de dar la talla sobre el césped.

Las rencillas del pasado se vieron contaminadas por filtraciones a la prensa, así como por la continua batalla por la llegada o no de un nuevo delantero centro que pudiera suplir a Gonzalo Higuaín. En esta ocasión, el comandante del navío madridista actuó de forma contundente (no como su homónimo Abramóvich) y no dudó hacia qué lado decantar la balanza. "Había dos personas de marcado carácter deportivo que impedían una sinfonía. Todos han sido testigo de ellas. La salida de Jorge Valdanoes dolorosa", explicó en la rueda de prensa en la que hizo oficial la destitución del director general.

Ahora, una vez tomadas las riendas de la comunicación del Real Madrid hasta el punto de protagonizar la encerrona a un periodista, el técnico portugués parece haber fijado un su punto de mira un objetivo intocable. La presencia en el banquillo de La Rosaleda de Iker Casillas dejó boquiabierto al mismísimo Florentino Pérez, que al ver la alineación con Mónica Marchante en Canal + no pudo disimular su profundo asombro.

Sin el capitán de la Selección Española en la portería, José Mourinho vio como Manuel Pellegrini, aquel entrenador al que relevó en el banquillo del Real Madrid y contra el que forjó otra de sus innumerables enemistades, le ganaba la partida con ese Málaga al que el luso aseguró que jamás entrenaría. Veremos si en esta ocasión y, pese a tener la certeza de que su puesto no peligra, su nueva bravucona es del agrado del todopoderoso Florentino Pérez y vuelve a ponerse de su parte.

En esta ocasión, a 16 puntos del Barcelona, fraguando una enemistad con el capitán del equipo y con una eliminatoria de Champions League ante el Manchester United, José Mourinho tendrá que planificar una nueva estrategia para romper el maleficio y conseguir acabar su tercer año al frente del club con el que empezó la temporada. Quizá apueste por una actitud más condescendiente, como la que mostró en la rueda de prensa posterior a la derrota en Málaga, para tratar de salir a flote. Todo dependerá de cuánto sea capaz de soportar el bote de confianza que le lanzó el comandante del navío la pasada semana.

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