Contagiado por el homenaje a la selección de fútbol sala, el once blanco pisó el acelerador desde el pitido inicial. Marcelo se entendía con Kaká por la izquierda, Özil leía a ras de césped los huecos y Benzema se entendía con todos. Ronaldo, siempre en el sitio preciso, cabeceaba a la red el primer gol en el minuto 6. Una salida propia de un equipo inglés.
El líder de la Liga superó el complejo de las remontadas de los tres partidos anteriores en casa y no dejó resquicio al error. Tan solo con el marcador controlado en la segunda parte el Racing vio opciones reales de de marcar con dos remates de Torrejón, aunque Casillas mantuvo su ángel bajo palos y se marchó a casa con la hoja intachable y los guantes prácticamente sin usar.
El Real Madrid fue sprinter en la primera media hora y luego se dejó llevar, como el ciclista que se descuelga en un puerto con los deberes hechos. La expulsión de Cisma –dos manos infantiles, dos amarillas-, adormeció el partido antes del descanso, pero Benzema, en fuera de juego, se encargó de alimentar de nuevo la extrema competitividad del equipo.
Es sábado de carnaval pero no hay fiesta en el Madrid. Duermen a 13 puntos del Barcelona y en menos de 24 horas estarán ya en Moscú, aclimatándose al frío de la capital rusa. Vuelo a la eliminatoria de Champions con el CSKA con el recuperado Di María, que revivió a un equipo aburguesado en la siesta tras los minutos de dulce del primer tiempo. El argentino regresó con un gol y la esperanza de recuperar su sitio en el once titular.
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