Entre la salida en el Mont Saint-Michel, el 2 de julio, y la llegada en París, el 24 de julio, la carrera propone cuatro llegadas en alto y dos contrarrelojes, una cerca del macizo del Mont Blanc, una montaña omnipresente en la última semana de carrera.
"Estamos inmersos en la alta de la montaña, con 28 altos", dijo su director, Christian Prudhomme, destacando haber trabajado más en la búsqueda de la estética de los lugares. "Buscamos terrenos emplazados en lugares magníficos. El Mont Saint-Michel cumple eso a la perfección".
A diferencia de julio pasado, la montaña aparece muy pronto en esta edición. El cuarto día de carrera, el pelotón llega al Macizo Central, a la estación de Lioran. Tres etapas en los Pirineos (Payolle, Luchon, Arcalis) para llegar a la primera jornada de descanso, el 11 de julio en Andorra.
En la segunda semana de carrera se dan varias etapas clave: una contrarreloj en Vallon Pont d'Arc, un día después de haber ascendido el mítico Mont Ventoux. Posteriormente, la doble subida al gran Colombier antes de llegar a la capital suiza, Berna, para una segunda jornada de descanso el 19 de julo.
En la última semana, el Tour recorre los Alpes del Norte bajo la atenta mirada de la montaña más alta de Europa central, el Mont Blanc. Una llegada inédita a la presa de Finhaut-Emosson, cerca de la frontera entre Francia y Suiza, una cronoescalada para llegar a Megeve y dos etapas de montaña cortas pero intensas (Saint-Gervais y Morzine) antes de llegar a París.
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