Bill Shankly dejó en el Liverpool un legado inolvidable, la semilla del equipo que, tras su retirada, ganaría cuatro Copas de Europa. Pero también incubó una animadversión visceral hacia el Everton. "En mi época allí siempre dije que teníamos los dos mejores equipos de la ciudad: el Liverpool y el equipo reservas del Liverpool", afirmó el locuaz entrenador escocés.
Cuestión de matices, pudo haber seguido la suave cuesta de Everton Valley hacia Goodison Park, pero se quedó en Anfield Road. El equipo de las clases trabajadoras marca estilo en Inglaterra, y Shankly se mofa de sus rivales: "Siempre miro el periódico el domingo para ver cómo va el Everton en la liga, empezando desde la parte de abajo, por supuesto".
El entrenador escocés pasó de cordialidades. "Si el Everton estuviera jugando en el jardín, echaría las cortinas". Su belicosidad destaca sobremanera en Liverpool, una ciudad en la que aficionados "reds" y "toffees" se mezclan en las familias y en los estadios, e incluso llegan a cantar juntos contra Manchester. 30 años después de su muerte, la filosofía de Shankly es el mayor referente para cualquier aficionado del Liverpool.
El Everton, a la espera de que se acabara de construir Goodison Park, jugó ocho años en Anfield. Su sitio definitivo lo encontró cruzando Stanley Park, a poco más de un kilómetro de sus rivales. En el museo del Liverpool, una placa recuerda esa circunstancia. A pocos metros está el santuario de Bill Shankly.
Sin Mikel Arteta, emigrado a Londres, el "derbi del Merseyside" se queda cojo de españoles. Solo quedan Reina, José Enrique y "Suso", los tres en el Liverpool. Tres protagonistas en el derbi más repetido en la élite del fútbol inglés.
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