Los Teros charrúas parecen destinados a seguir un aprendizaje de alto vuelo en su tercera Copa del Mundo, pero los fiyianos, recientes ganadores de la Copa de Naciones del Pacífico, pueden causarles más de un dolor de cabeza a los otros tres colosos que tienen colgado el cartelito de candidatos al título, especialmente en el caso de los ya consagrados Inglaterra (2003) y Australia (1991, 1999).
Con esta paridad tremenda en los papeles entre estos equipos de élite, cada punto bonus o tanto terminará siendo significativo en el cierre de la llave que vivirá seguramente varios falsos octavos de final de infarto.
Después de los tests de noviembre y el segundo puesto en el Seis Naciones-2015, Inglaterra parecía avanzar hacia la conquista de 'su' Mundial (18 de septiembre al 31 de octubre), con la intención de alzar por segunda vez la Copa Webb Ellis, aunque una actuación desconcertante durante 70 minutos contra Francia con su equipo titular (caída 20-25) el 22 de agosto hizo sonar las alarmas.
La falta de conquista y la ausencia del hooker Dylan Hartley, marginado por indisciplina crónica, quedó en evidencia.
A eso habrá que añadir la respuesta del XV de la Rosa bajo la enorme presión que soportará en casa, empezando por su debut el 18 de septiembre en Twickenham contra los isleños.
Los galeses también jugarán un tramo del torneo en casa, contra Fiyi y Uruguay en el Millennium Stadium, aunque los grandes desafíos los tendrá en tierra inglesa contra el local y los aussies.
Los Dragones, semifinalistas en la cita mundialista de 2011, llegan con gran parte de aquella generación dorada y subiendo en potencia, especialmente después de la victoria en Dublín en partido de preparación contra el vigente campeón europeo Irlanda (16-10).
Australia hasta hace no mucho era una gran incógnita, después de años a la deriva, pero tras la llegada del seleccionador Michael Cheika, sucesor del renunciante Ewen McKenzie, los Wallabies han dado un salto hacia adelante y eso se plasmó con la conquista del Torneo Rugby Championship, en la propia cara del campeón mundial Nueva Zelanda (27-19), que de todos modos una semana más tarde se tomó revancha en Auckland (13-41).
El plato fuerte podría verse en el choque entre australianos e ingleses, que definieron el título de 2003 en Sídney con victoria europea con un drop de Jhonny Wilkinson en el último suspiro.
El sueño aussie ahora sería devolverle aquella pesadilla con una victoria que saque al anfitrión del juego en su propia casa y en primera ronda, lo que resultaría más humillante.
El menú parece perfecto, la mesa está servida, aunque sólo hay dos sillas para tres grandes clientes en el restaurante de Twickenham.
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