Nibali, el 'Tiburón' de Mesina, tiró de orgullo para morder

Vincenzo Nibali, apodado el 'Tiburón' de Mesina, es aún más peligroso cuando está herido en su orgullo, y tiró de su instinto depredador de puertos para inscribir este domingo su nombre por segunda ocasión en el palmarés de la carrera.

"Siempre he realizado mis mejores actuaciones tras una derrota", había adelantado el siciliano seis días antes de su triunfo en Turín.

Su excelsa victoria en el Tour de Francia 2014, la primera de un corredor italiano desde 1998, dio paso a un período plagado de dudas, que combinó triunfos como el Giro de Lombardía de 2015, con decepciones como la vergonzosa expulsión que sufrió en la Vuelta a España por apoyarse en el coche de su director deportivo.

Hombre tranquilo pero desconfiado y reservado, tras su triunfo en la etapa de Risoul no pudo contener las lágrimas durante varios instantes, abrazado a su bicicleta. Lejos de estereotipos, Nibali encarna una forma romántica del ciclismo, aunque sabe acomodarse a las nuevas circunstancias del ciclismo.

Fichó en 2013 por el Astana después de ocho años como profesional en equipos italianos.

Aunque puede parecer un pura sangre, Nibali es sobre todo un corredor de instinto, capaz de desestabilizar a sus adversarios.

Las malas condiciones climáticas pueden incluso espolearle. Ya en 2013 se impuso bajo la nevada que caía en las Tres Cimas de Lavaredo en su primera victoria de etapa en el Giro.

Buen escalador, aún se le da mejor bajar puertos que subirlos. "El descenso como la subida es una fase de la carrera", recordó tras la caída el viernes de su adversario Steven Kruijswijk en las primeras rampas del Puerto de Agnel.

El siciliano de ojos oscuros es uno de los reclamos de su tierra natal, abundante en prejuicios y clichés. Tiene muy presente los recuerdos de su infancia en el seno de una familia modesta, cuando acompañaba a las carreras a su padre, un ciclista que no llegó a profesional y que vivía de un pequeño laboratorio de fotos y vídeos.

Tenaz como corredor y como persona ("hace falta mucho para desanimarme o hacerme cambiar de opinión", confiesa), Nibali no paró hasta conseguir su "objetivo absoluto", ganar cada una de las tres grandes Vueltas (Giro, Tour, Vuelta), siendo uno de los seis únicos corredores que han logrado esa gesta en la historia.

Por delante tiene dos retos; el título mundial (fue cuarto en el Mundial de Florencia en 2013), y convertirse en campeón olímpico. Algo que tiene al alcance en los próximos cuatro meses, todavía bajo el maillot del Astana, que podría cambiar a final de temporada.

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