Otamendi achanta al Atlético de Madrid

    • El central argentino, convertido en cacique, marcó un gol, abortó once jugadas ofensivas del rival y sólo perdió una disputa aérea.
Otamendi felicita a Diego Alves su penalti parado
Otamendi felicita a Diego Alves su penalti parado

Decía Santiago Bernabéu que "todo equipo debe tener un par de argentinos y ningún inglés". Y el día que Mestalla mandó su fuerza al Matador Mario Alberto Kempes, que se recupera de una delicada operación de corazón, la afición del Valencia terminó de abrazar a otro argentino, Nicolás Otamendi, el cacique de la defensa de un equipo que se ha regenerado por completo. Por encima de ser un central estupendo, Otamendi es uno de esos futbolistas a los que les gusta el olor a Napalm por las mañanas. Histriónico en la gesticulación, con unos brazos y un cuerpo tatuado como un presidiario, achantó a todo el Atlético, el equipo que más atormenta las mentes rivales. Otamendi es un guerrero.

No es de los que retrocedan un centímetro el argentino, que se las tuvo tiesas con Mandzukic, un rebelde sin causa, con Miranda y con quien se le puso por delante. Su gol, una estrategia que combinó todo, la picardía, el engaño, un centro perfecto y un cabezazo excepcional fue el premio a una actuación de altura.

En un Valencia que empezó como ciclón y terminó en brisa, Otamendi mantuvo la línea en todo momento. Fue infranqueable en todas las facetas del juego. Sólo perdió una disputa por alto de las cinco en los que entró en juego. Se impuso en dos ocasiones a Mandzukic y en otra a Griezmann en el juego aéreo. Sólo Tiago, que antes le había perdido la pista en el tercer gol del Valencia, pudo vencerle en las alturas.

El Atlético también pudo comprobar otra de las virtudes de Otamendi: la colocación y su habilidad para ir al cruce. El argentino fue el líder del Valencia en despejes y jugadas abortadas con once. Mezcló a la perfección con un Mustafi que añadió otras seis. También interceptó un balón, acertó el 90% de los pases que intentó y sólo cometió dos faltas pese a jugar con una intensidad total durante toda la tarde.

Después de años extraviado, está de vuelta el gran Valencia. Si aquel aguerrido y fenomenal equipo que tocó el cielo en Europa y metió en su buchaca dos Ligas tuvo a un caudillo como Ayala, el equipo de Nuno tiene a Otamendi, reclutado para el Valencia precisamente por Ayala. "Él es un referente para mí, cuando descolgué el teléfono y me dijo que era él y que me quería, no me lo pensé", explicó Otamendi en una entrevista durante la pretemporada. Siete partidos de Liga después es el mariscal de la defensa de un Valencia líder. El nuevo ídolo de una afición que terminó cantando 'que bote Mestalla'.

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