La saga Litvinov y su maldición de los Juegos Olímpicos

El lanzador de martillo ruso Sergey Litvinov tiene mucho en común con su padre: un nombre, una disciplina y, ahora, una historia fallida con los Juegos Olímpicos, como consecuencia del escándalo de dopaje que salpicó al atletismo ruso.

La decisión de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), confirmada en apelación por el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), de excluir a los atletas rusos de Rio de Janeiro ha acabado con las esperanzas del deportista, de 30 años, de participar en sus primeros Juegos Olímpicos.

Una desgracia que sufrió su padre en 1984, el legendario lanzador de martillo Sergey Litvinov, cuando la URSS boicoteó los Juegos Olímpicos de Los Ángeles.

"No hay nada bueno en esto", dice a la AFP Sergey Litvinov padre, de 58 años, respecto a la oportunidad perdida de su hijo: esperaba conseguir una medalla después de su quinta plaza en los campeonatos del mundo de Pekín-2015.

A diferencia de numerosos deportistas rusos, los Litvinov padre e hijo critican abiertamente a las autoridades deportivas rusas y su incapacidad para reformar el sistema antidopaje corrompido que le ha valido una suspensión a la Federación Rusa de Atletismo (ARAF).

Para Litvinov padre, la política rusa, digna de la Guerra Fría, ha dejado al país fuera de los Juegos Olímpicos y denuncia que las autoridades deportivas de su país afrontan de forma "pasiva" el problema.

Su hijo empezó su carrera bajo la bandera bielorrusa y después siguió con Alemania, hasta que un desacuerdo con esta federación acabó llevándole a la selección rusa en 2010.

Él también rechaza la idea, compartida por muchos medios y deportistas rusos, de que la suspensión de la IAAF es el fruto de un complot fomentado por los países occidentales contra Rusia.

"No tengo ningún resentimiento contra Occidente", explica a la AFP, en el marco de un encuentro deportivo organizado la semana pasada en en Moscú en el que participaron numerosos atletas que no pudieron ir a los Juegos por este escándalo.

"Hay que empezar por mirarse a uno mismo, no hay humo sin fuego", añade.

Litvinov padre, que había ganado una medalla de plata en los Juegos de Moscú en 1980, asegura que se quedó devastado por su ausencia en Los Ángeles.

"Caí en una profunda depresión. Necesité un año entero para ser yo mismo de nuevo", recuerda, asegurando que "tenía una oportunidad de ganar el oro".

El lanzador de martillo logró finalmente ganar el oro olímpico en 1988 en los Juegos de Seúl, pero sigue considerando su ausencia de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles como una mancha en su historial de atleta.

Sergey Litvinov padre rechaza decir si se dopó o si fue testigo del uso de productos dopantes en el equipo soviético. Pero una cosa es segura: el dopaje "siempre ha existido", asegura.

Su hijo, por su parte, jura no haberse dopado nunca y dice que incluso pagó caro su rechazo a hacer trampa. Incluso sería, según él, la razón por la que no fue seleccionador para representar a Rusia en los Juegos Olímpicos de Londres-2012, al no tener el mismo nivel que sus rivales dopados.

"Los métodos con fármacos no me interesan", dice a la AFP, añadiendo que "lo me interesa es el entrenamiento, la lucha contra mí mismo".

En una carta enviada al presidente de la IAAF, Sebastian Coe, el joven Litvinov piden que le indiquen claramente los pasos a dar para poder volver a participar en competiciones internacionales.

"De otra manera, seré depediente de mi federación, lo que no me hace muy optimista", confiesa.

Ahora tendrá que esperar los Juegos de Tokio-2020 para cumplir su sueño olímpico. Tendrá entonces 34 años.

Pero, promete que seguirá entrenando pese a la incertidumbre. Su padre ya ha previsto seguir enseñándole sus técnicas y secretos, dicen a la AFP.

"Intento ser más entrenador que padre", añade. asegurando que "no le doy consejos sobre la vida, sólo sobre la manera en que debe lanzar un martillo".

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