Messi volvió a ser decisivo en una final e igualó a un mito del fútbol español: Zarra. Ha marcado en cinco finales de la Copa del Rey. Y es la bestia negra consumada del Sevilla, al que ha logrado marcar 31 goles en 34 partidos. Una locura. El delantero del Athletic logró ocho goles.
Messi no perdonó en el área a pase (cómo no) de Jordi Alba, su asistente personal en el campo, el hombre siempre mira atrás y le encuentra. Estuvo a punto de lograr antes otro de falta, pero el portero andaluz hizo la parada de la noche.
Ya lo decían con su gracia habitual los aficionados sevillistas, que vivieron una fiesta en la capital hasta que empezó el partido. La feria de abril llegó a Madrid, pero duró hasta el pitido inicial del encuentro. Pese al tremendo varapalo, la afición demostró un coraje en el campo y un saber perder para aplaudir. No paró un momento de animar a un equipo roto.
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