LAS MUERTES POR BOMBAS DE RACIMO SE DUPLICARON EL AÑO PASADO EN TODO EL MUNDO

Las bombas de racimo causaron en 2016 la muerte a 971 personas, lo que supone más del doble de las 419 víctimas mortales de 2015 y el segundo año con más fallecimientos por este motivo, sólo por detrás de 2013, cuando murieron 1.047.
Así se recoge en el octavo informe anual de la Coalición contra las Municiones en Racimo, formada por organizaciones como Human Rights Watch (HRW), DanChurchAid, Handicap International y Mines Action Canada. El trabajo fue hecho público este jueves en Ginebra (Suiza).
El informe indica que, pese a que los países continúan ratificando y aplicando el tratado internacional que prohíbe las bombas de racimo, su uso causó la muerte a 976 personas, la mayoría de ellas civiles. “La única manera segura de acabar con esta amenaza es que todos los Estados se adhieran a la prohibición internacional de estas armas”, indicó Jeff Abramson, coordinador de la Coalición contra las Municiones en Racimo.
La devastación humanitaria de las bombas de racimo fue particularmente aguda el año pasado en Siria, donde su uso continuado continúa sin disminuir desde mediados de 2012. De hecho, de las 971 víctimas mortales registradas en 2016, 860 ocurrieron en tierras sirias.
Cuando fue posible identificar su estatus, los civiles representaron el 98% de las víctimas. La mayoría de ellas ocurrieron durante ataques con municiones de racimo (837 en Siria y 20 en Yemen). Además, más de 100 personas murieron o resultaron heridas por submuniciones de bombas de racimo sin explotar. Por ejemplo, las 51 víctimas de Laos se debieron a restos de municiones de racimo utilizadas en los años 60 y 70.
Un total de 102 países han ratificado la Convención de la ONU sobre Municiones en Racimo, que entró en vigor el 1 de agosto de 2010 y prohíbe ampliamente las bombas de racimo, insta a la destrucción de las existencias en un plazo de ocho años, la limpieza de las zonas contaminadas con restos de municiones de racimo en 10 años y la prestación de asitencia a las víctimas.
Benín y Madagascar fueron los últimos en hacerlo. Otros 17 Estados han firmado, pero aún no la han ratificado. El pasado mes de diciembre 141 Estados, entre ellos 32 no signatarios de la Convención, adoptaron una resolución clave de la Asamblea General de las Naciones Unidas en apoyo a ese instrumento internacional.
ESPAÑA DESTRUYE MUNICIONES
Las municiones en racimo son disparadas por artillería y cohetes o lanzadas desde aviones. Éstas se abren en el aire para liberar varias bombas pequeñas o submuniciones sobre un área del tamaño de un campo de fútbol.
Las submuniciones a menudo no explotan en el impacto inicial, con lo que dejan restos peligrosos que representan el mismo peligro que las minas terrestres hasta que se remueven y destruyen.
Con arreglo a la Convención sobre Municiones en Racimo, un total de 28 Estados han concluido la destrucción de casi 1,4 millones de municiones en racimo almacenadas que contenían más de 175 millones de submuniciones, lo que representa la destrucción del 97% de todas las municiones en racimo y el 98% de todas las submuniciones declaradas.
Durante 2016, tres Estados parte de la Convención (Eslovaquia, España y Suiza) destruyeron 56.171 municiones en racimo y 2,8 millones de submuniciones, en tanto que se inspeccionaron y eliminaron al menos 88 kilómetros cuadrados de tierra contaminada en todo el mundo.
En Siria, las fuerzas gubernamentales continuaron utilizando estas armas y al menos 238 ataques fueron registrados entre agosto de 2016 y julio de 2017. En Yemen, la coalición internacional dirigida por Arabia Saudí también ha usado bombas de racimo. Sin embargo, el número de ataques ha disminuido tras una amplia condena internacional.

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