Brasil se despide del superávit fiscal y proyecta déficit este año

  • Brasil dijo adiós el martes a la posibilidad de cerrar 2015 con un pequeño ahorro fiscal y anunció un déficit primario de 0,9% del PIB tras recortar por cuarta vez la meta en medio de una severa crisis.

La nueva previsión difundida por los ministerios de Planificación y de Hacienda borró el ahorro proyectado de 2.237 millones de reales, equivalente al 0,15% del producto antes del pago de intereses de la deuda, y anunció un déficit de 51.800 millones de reales (13.248 millones de dólares) por una caída aguda de la recaudación ligada a la recesión económica.

"Experimentamos una contracción extremadamente atípica de la economía y de difícil previsión, hasta por sus aspectos no económicos", señala el proyecto de ley distribuido por el gobierno en referencia al turbulento momento político que derrumbó precozmente el apoyo al gobierno.

"La caída de la recaudación de los ingresos (...) como consecuencia del persistente e inesperado deterioro económico (...) fue mucho más allá de las expectativas", dijo el ministerio de Hacienda en otro texto donde describe el escenario fiscal del país.

El gigante sudamericano cerró 2014 con un rojo fiscal de 0,63% del PIB y, de confirmarse la meta anunciada ahora por el gobierno, el déficit de este año sería el mayor desde que se aprobó la Ley de Responsabilidad Fiscal en 2000, según informó el ministerio de Planificación.

El agujero fiscal podría ser aún mayor porque la nueva meta no contempla los saldos adeudados por el Tesoro a entidades financieras públicas, que según la auditoría sumaron unos 40.000 millones de reales solo en 2014, y que fueron uno de los motivos por los que la rendición de cuentas fue rechazada por primera vez desde 1936.

Y será más profundo aún si el gobierno no consigue obtener ingresos por concesiones de infraestructura, según señala el proyecto enviado al Congreso para su aprobación.

Las irregularidades que motivaron el rechazo de la rendición de cuentas son la base del pedido de juicio político más relevante contra la presidenta Dilma Rousseff, que actualmente está siendo analizado en la Cámara de Diputados. Si se comprueba que se adulteraron las cuentas públicas, el mandato de Rousseff puede terminar anticipadamente.

Los problemas fiscales de Brasil llevaron a la agencia Standard & Poor's a retirarle el grado inversor el mes pasado. Las otras grandes calificadoras, Moody's y Fitch, bajaron la nota del país al último escalón y lo dejaron al borde de perder el certificado de buen pagador.

Según el FMI y el sector privado local, la economía brasileña terminará 2015 con una aguda contracción de la economía de 3%, algo más que el 2,8% que estima el gobierno, según su última actualización.

El anterior recorte había llevado la meta a un exiguo 0,15% del PIB y las autoridades económicas se habían guardado la posibilidad de cerrar con déficit si el fisco no conseguía los ingresos necesarios.

La proyección original indicaba que el ahorro fiscal previo al pago de intereses de la deuda sería del 1,2%.

Con una inflación cercana a los dos dígitos, el desempleo en alza, una depreciación del real ante el dólar cercana al 30% y una crisis política que derrumbó el apoyo al gobierno de Dilma Rousseff al 8,8%, la séptima economía global tiene pocos motivos para el optimismo en 2016.

Analistas esperan que la inercia de la caída de la actividad se extienda al año próximo.

Mientras la crisis no da señales de estabilizarse, Rousseff busca maniobrar en un ambiente político adverso para que el Congreso termine de aprobar un plan de ajuste que permita sanear la economía. Pero la fragilidad que la acompañó desde el inicio de su segundo mandato en enero ha dificultado el trabajo del oficialismo en el Parlamento.

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