Colombia se enfrenta a los pros y contras de tener la moneda más revalorizada del mundo

  • La revalorización del peso colombiano ha convertido a este país latinoamericano en un mercado emergente dinámico que atrae a los inversores y ha generado una llegada masiva de dólares. Pero lo que para unos significa una gran alegría, para otros es una pesadilla. La avalancha de billetes verdes de EEUU está ahogando a algunos de los productores más importantes del país, que no pueden exportar a precios competitivos.
John Otis, Bogotá | GlobalPost

(Bogotá, Colombia). Hasta que el Gobierno de Bogotá tomó medidas al respecto en octubre, el peso colombiano había ganado casi un 13 por ciento respecto al dólar estadounidense en lo que va de año, situándose como la moneda más revalorizada del mundo.

Eso son buenas noticias para los colombianos que viajan a Disneylandia en EEUU y para aquellos que se compran neveras y cortacéspedes de importación, que ahora resultan más baratos. Pero supone un gran revés para muchos de los exportadores del país.

Los precios de las materias básicas se mantienen altos, y por lo tanto los exportadores de petróleo, minerales y café colombianos no están sufriendo. Pero el peso fuerte está haciendo que las flores, los alimentos procesados, la ropa y otros textiles colombianos resulten más caros en el extranjero y por lo tanto sean menos competitivos. Sus beneficios están disminuyendo, y las fábricas están despidiendo en consecuencia a miles de trabajadores.

“Para la mayoría de los colombianos el peso revalorizado es cosa mala”, dice Mauricio Cárdenas, un ex ministro de Desarrollo Económico que ahora es profesor de la Brookings Institution en Washington D.C. “El colombiano promedio trabaja en fábricas o en el campo, y estos sectores han sufrido un gran golpe. El peso fuerte hace que el desempleo sea alto”.

La tasa de desempleo en Colombia es del 12 por ciento, mientras que el 34 por ciento de los que trabajan en el mercado negro se consideran “infra empleados”. En una carta dirigida al Gobierno recientemente, las principales asociaciones de empresarios del país advirtieron que la revalorización del peso “pone en peligro el panorama positivo de la economía colombiana”.

La subida del peso es el resultado de los problemas económicos de EEUU, las políticas fiscales de China y un fuerte crecimiento de la minería y del sector petrolífero en Colombia.

Mientras los grupos guerrilleros se repliegan debido a la ofensiva militar respaldada por EEUU, enormes extensiones de tierra que hasta ahora eran consideradas zona de nadie se han abierto para la exploración. Además, unas leyes de liberalización de las inversiones y unos royalties más bajos han servido para atraer a las empresas extranjeras.

Se espera que la producción de petróleo en Colombia aumente desde los actuales 764.000 barriles diarios a 1,5 millones en el año 2018. Colombia es ahora el quinto productor mundial de carbón, y sus exportaciones de minerales han aumentado desde los 5.200 millones de dólares en 2006 (3.650 millones de euros al cambio actual) a los 8.100 millones del año pasado (5.700 millones de euros).

En los últimos ocho años la inversión directa extranjera en Colombia se ha multiplicado por cinco. Además, han entrado en el país miles de millones de dólares adicionales en activos a corto plazo. Como consecuencia, Colombia ha entrado a formar parte de un nuevo grupo económico llamado el CIVETS, un acrónimo con el que se designa a los “pequeños BRIC” y en el que también están Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica (los países del BRIC son Brasil, Rusia, India y China).

“Estamos en medio de una bonanza”, declaró el ministro del Tesoro Juan Carlos Echeverry al diario El Tiempo de Bogotá.

EEUU, por el contrario, lo está pasando mal y la Reserva Federal continúa inyectando dólares en el sistema. Pero debido a las tasas bajas de interés y al mejor rendimiento que logran en el extranjero, miles de millones de dólares están siendo desviados a Asia y América Latina. Es más, el comercio entre América Latina y China está en pleno auge, aunque Pekín insista en mantener su yuan débil.Por estos motivos, Brasil, Chile, Costa Rica, Perú y otros países latinoamericanos están viviendo también las consecuencias de tener unas monedas repentinamente fuertes. Colombia, no obstante, es la que está sufriendo más.

En marzo de 2009 el peso se estaba cambiando a 2.500 por dólar. Desde entonces, el dólar cayó hasta los 1.771 pesos, para estar ahora más o menos en torno a los 1,846. Algunos analistas predicen que el peso pronto se cambiará a 1.600 frente al dólar, y que se quedará así durante varios años.

Entre los más críticos con el peso súper revalorizado están los cultivadores de flores del país. Colombia es el segundo exportador mundial de flores frescas cortadas. Pero como para cultivar rosas y claveles se necesita mucha mano de obra, a los empresarios les resulta complicado reducir los costes operativos ahora que disminuyen los ingresos.

Richard Franklin Cruz, vicepresidente de Asocolflores, la patronal de los cultivadores de flores, culpa al peso fuerte de la actual crisis del sector, la peor en 45 años. En los últimos tiempos han sido despedidos unos 15.000 trabajadores del ramo (cerca del 11 por ciento del total), mientras que otros 12.000 son empleados de empresas que o bien se han declarado en bancarrota y que pronto podrán quedarse en la calle.“Esto está siendo demoledor”, asegura un cultivador de flores.

El sector de los repuestos de automóviles ha perdido este año 275 millones de dólares en ganancias por exportaciones. La exportación de calzado ha disminuido un 35 por ciento. En Medellín, el polo industrial del país, el cierre de fábricas ha dejado en la calle a 4.000 personas desde el inicio del año, explica Javier Díaz Molina, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior.Algunos dicen que incluso los narcotraficantes se están quejando.

Los críticos dicen que el Gobierno ha reaccionado con lentitud. El Banco Central ha empezado a comprar ahora dólares, y el ministro Echeverry ha sugerido la posibilidad de instaurar medidas de control de capitales (es decir, impuestos) para restringir la llegada de dólares, tal y como ya han hecho Brasil y otros países.

Las autoridades caminan sobre un terreno delicado, para poder preservar los intereses de los productores nacionales por un lado y también para no emitir la señal equivocada a los inversores extranjeros. Además, los factores que están haciendo que el peso se fortalezca pueden cambiar.

“Las políticas de EEUU cambiarán. Los precios de los commodities [materias primas] no seguirán siendo altos siempre. Y el peso no será siempre tan fuerte”, afirma Cárdenas. “Todo esto es cíclico”.

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