Costes y parte fija del recibo, las bazas de Soria para salvar el 'match ball' eléctrico

    • La primera solución sería que el método de cálculo de la factura de la luz tuviera en cuenta los costes de cada tecnología, como sucedía hasta 1997.
    • Una solución es elevar las posibilidad de las familias de rebajar la factura de la luz. Para asegurar los ingresos, la reforma eléctrica aumentó el peso de la parte fija del recibo.
José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo.
José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo.
Enrique Utrera

José Manuel Soria tiene entre sus dedos las piezas del rompecabezas más complejo posible. Y sólo 72 horas para completarlo. El ministro de Industria ha anunciado que su departamento está trabajando en un nuevo modelo para determinar el precio de la luz que llevará al consejo de ministros el próximo viernes. Un nuevo sistema que, en palabras de Soria, recogerá las señales reales de mercado.

¿Qué margen de maniobra real tiene el ministro? En medio de una gran batalla de todos contra todos -eléctricas, el Gobierno y los consumidores-, Soria tendrá que hilar muy fino. Si no hay subida del precio de la luz o es muy inferior al 11% fijado en la subasta Cesur del pasado viernes, los ingresos de las eléctricas se resentirán y el déficit de tarifa seguirá aumentado.

Y si cambia las reglas del juego para evitar otro tarifazo, pondrá en riesgo la ya maltrecha salud del sistema en un escenario de bajo consumo y exceso de capacidad productiva sin precedentes. Estas son las modificaciones que podría introducir el Gobierno, que tendrá que hacer encaje de bolillos para evitar que el sistema eléctrico salte definitivamente por los aires.

-Solución provisional. Una orden ministerial de 2009 fija la hoja de ruta en caso de anulación de una subasta. Industria puede establecer de forma provisional los precios de la subasta anterior hasta la siguiente puja trimestral. Si el Gobierno se acogiese a esta fórmula, la referencia sería el resultado de la subasta de septiembre, cuando se produjo una subida del 3,1%. El Ejecutivo no está por la labor de aplicar esta fórmula y lanzar a la opinión pública el mensaje de que se esta perpetuando una fórmula sobre la que hay sospechas de manipulación.

-Vuelta a 1997. La creación hace 16 años al calor de la liberalización del sector de un nuevo mercado que no distingue los costes de generación de cada tecnología es uno de los aspectos más criticados por los expertos. La explicación es que en la factura de la luz pagamos los mismo tanto si se consume energía de una mezcla de las fuentes caras -como el carbón- y baratas -como las renovables- como si sólo se hace con las más caras, por ejemplo las centrales de gas. Una solución sería que el método de cálculo de la factura de la luz tuviera en cuenta los costes de cada tecnología, como sucedía hasta 1997.

Ahora, el sistema es hasta cierto punto perverso. En el mercado, las compañías ponen a la venta su mercancía. Primero se venden las más baratas y luego las más caras, pero a todos los participantes se les abona el mismo precio, que es de la producción más cara del día. Un modelo que muchos expertos consideran obsoleto porque las tecnologías han sufrido un cambio radical.

-Dependencia del consumo. El gran problema deo mercado español es que la crisis y los consiguiente problemas de las familias han provocado un gran descenso del consumo. Esta circunstancia, unida al exceso de producción del sector -el país acumula 25.000 megavatios de potencia, pero sólo una cuarta parte es necesaria para cubrir la demanda- provocan unos enormes desequilibrios.

Una solución es elevar las posibilidad de las familias de rebajar la factura de la luz. Para asegurar los ingresos, la reforma eléctrica aumentó el peso de la parte fija -que depende de la potencia que contratamos- en el recibo, y redujo el variable. Dicho de otra forma, se aseguró una parte de los ingresos ante la previsión de que el consumo seguiría bajando. Una medida que desincentiva el ahorro energético. El Gobierno tiene ahora la opción de dar marcha atrás, aunque los expertos lo consideran una opción muy remota porque significaría desmontar parte de la reforma de Soria.

-Subastas más transparentes. Como ocurre en la formación del Euribor, las grandes eléctricas y los bancos que participan en las pujas no compran y venden electricidad, sino que especulan con el precio que tendrá la energía a tres meses vista. El sistema no es bueno ni malo en sí, pero que los compradores y los vendedores sean los mismos le resta creibilidad. Un método que después de las acusaciones del sector puede y debe ser mejorado. ¿Cómo? Entre otras cosas, garantizando que la actividad de las centrales nucleares e hidroeléctricas -lás más baratas- no sufran alteraciones significativas antes de las subastas. Una labor que debe recaer en el supervisor.

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