Cooperativa lucha por impedir extinción de caña de azúcar de Río de Janeiro

  • Una cooperativa lucha por impedir la extinción de la cultura de la caña de azúcar en la región norte de Río de Janeiro, en donde el cultivo llegó a ser la principal vocación económica, pese a una prolongada crisis que ha reducido de 22 a 4 el número de ingenios en este estado de Brasil.

Marco Antonio Pereira

Campos dos Goytacazes (Brasil), 19 sep.- Una cooperativa lucha por impedir la extinción de la cultura de la caña de azúcar en la región norte de Río de Janeiro, en donde el cultivo llegó a ser la principal vocación económica, pese a una prolongada crisis que ha reducido de 22 a 4 el número de ingenios en este estado de Brasil.

La Cooperativa Agroindustrial del Estado de Río de Janeiro (Coagro), constituida hace once años para unir 57 productores de caña, insiste en salvar al sector de una grave crisis que se ha reflejado en los últimos años en una intensa evasión de mano de obra, en la caída de la producción y en el cierre de varios ingenios.

El esfuerzo igualmente busca mantener a Río de Janeiro entre los grandes productores de Brasil, país que es el mayor productor y exportador mundial de azúcar y de etanol de caña.

La cooperativa, con planta en la ciudad de Campos de Goytacazes y que genera cerca de 1.600 empleos directos, planea procesar este año 800.000 toneladas de caña para producir 1,3 millones de sacas de azúcar refinado y 28 millones de litros de etanol.

Alineada con la preocupación global con el medio ambiente, este año su planta se convirtió en la primera de las 22 que llegaron a existir en Río de Janeiro en recibir licencia ambiental. Para ello tuvo que invertir cerca de 6 millones de reales (unos 2,6 millones de dólares) en mejorías destinadas a cumplir las 92 exigencias de las autoridades ambientales.

Igualmente viene incentivando con subsidios a los productores que optan por la cosecha mecanizada en el lugar de la manual, en la que es necesario quemar los residuos de los plantíos tras cada cosecha.

Los productores asociados ya son conscientes de los beneficios de la cosecha mecanizada, como el menor costo, la reducción del uso de fertilizantes y la conservación de la humedad del suelo, así como la disminución de las emisiones del hollín que tanto incomodaba a la población vecina.

El presidente de la Coagro, Frederico Paes, explicó a Efe que la cooperativa se impuso la meta de extender la producción este año hasta 5.000 hectáreas, para lo que ofrece créditos baratos negociados con un banco público, "ya que es necesario invertir en tiempos de crisis para poder contar con producción cuando los superemos".

Las metas de producción son mayores para 2015 por la entrada en operación de una nueva planta de procesamiento con capacidad para moler dos millones de toneladas de caña.

La Coagro le ofrece actualmente a sus cooperados la posibilidad de usar doce cosechadoras, un equipo capaz de cortar la caña en pedazos de unos 50 centímetros, que va almacenando en el propio vehículo.

Como aún es necesario mantener en varias áreas la cosecha manual, que emplea a cientos de personas, la cooperativa asumió varios compromisos para garantizar la dignidad de trabajo de sus empleados ante la Secretaría General de la Presidencia de la República.

"Somos bien tratados, gracias a Dios, y respetados por todos", dijo a Efe Francisco de Assis Correia Mendes, que trabaja como cosechador hace un año y cinco meses, al destacar las diferencias con las malas condiciones de trabajo hasta hace algunos años.

Las condiciones de trabajo en el corte manual cambiaron significativamente en las últimas dos décadas en términos de seguridad y salario para el trabajador, explicó el coordinador agrícola de Coagro, Ricardo Monteiro Santiago, que acompañó a Efe en una visita a las plantaciones y al ingenio.

"Ahora es hecha con total seguridad para el trabajador y la cooperativa garantiza una remuneración mínima para el cortador", dijo Santiago, con 34 años dedicados a la caña de azúcar.

Pero pese a los esfuerzos de Coagro, a las inversiones y a las mejorías, el sector exige una política nacional más clara de apoyo para contar con una garantía de futuro.

"El Gobierno abandonó al sector, que ya perdió más de 300.000 empleos. Más de 70 ingenios fueron cerrados en los últimos seis años, seis de los cuales aquí (en Campos do Goytacazes). La política de abandono no puede ser peor que la actual", según Paes.

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