Dos años de crisis y seis reformas pendientes

  • El derrumbe bursátil, la nacionalización de gran parte de la banca mundial y el estallido del paro llevaron a los Gobiernos de todo el mundo a prometer una batería de cambios legales para evitar otra crisis como la actual, la peor desde el crack de 1929. Sin embargo, todas las grandes reformas siguen esperando un acuerdo.
Ruth Ugalde

Cuando estalló la crisis financiera, cuya máxima expresión fue la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en septiembre de 2008, los Gobiernos de todo el mundo empezaron a lanzar proclamas de que debían eliminarse del mercado a los responsables de la recesión más grave del planeta desde el crack de 1929, que ha supuesto ya la pérdida de 1,3 billones de dólares, según el consejero del FMI, José Viñals, y amenaza con eliminar otros 1,5 billones.

Los hedge fund, las entidades financieras, las agencias de calificación y los bancos de inversión se pusieron en el centro de una diana que iba a taladarse con dardos regulatorios dirigidos a evitar que se repitiera la historia. Pero, dos años después, el mundo sigue esperando esa metamorfosis de los mercados a golpe de regulación internacional que, de paso, va a permitir a todos los países jugar en igualdad de condiciones.

El último en alzar la voz contra de esta desidia ha sido el director general del Banco de Pagos Internacionales (BPI), Jaime Caruana, quien en el último Foro de Davos advirtió de que los mercados vuelven a tomar riesgos a corto plazo que no contribuyen a la estabilidad, e hizo hincapié en que los bancos deben sanear sus balances y en que no se puede volver al crecimiento basado en el endeudamiento.

Pero, ¿cuáles son esas reformas que deben llevarse a cabo? Fundamentalmente seis:

1-. Aumentar la calidad del capital bancario y evitar la prociclidad: El G-20 ha señalado como una de las grandes áreas de mejora elevar los requerimientos de capital de las entidades financieras. Un mensaje que prácticamente nació con la crisis financiera pero que, todavía, está a la espera de que los países se pongan en acuerdo. En Europa, el Ejecutivo comunitario abrió una consulta pública, a finales de 2009, que prevé tener terminada en abril, para reformar la directiva de sobre requisitos de capital, con la vista puesta en endurecer las medidas para los productos titulizados -esqueleto de la crisis subprime-. En el fondo, lo que se persigue con esta reforma es mejorar tanto la calidad como la cantidad del capital bancario y desincentivar el endeudamiento excesivo, marcando un ratio máximo de apalancamiento. Pero esto no es suficiente, ya que según Rafael Repullo, director de Centro de Centro de Estudios Monetarios y Financieros, las pérdidas esperadas, que son las que se cubren con provisiones, son entre cuatro y cinco veces inferiores a las inesperadas, que son las que se cubren con capital. De ahí que también se esté pidiendo un ajuste cíclico de los requerimientos de capital, y una posibilidad sería introducir provisiones dinámicas, como ya se hace en España. En principio, los países tienen de plazo hasta 2012 para desarrollar las nuevas normativas e implementarlas.

2-. Mejorar los mercados de derivados no organizados: Otro de los puntos en los que los reguladores han puesto el foco son los derivados. La UE prepara una regulación que podría estar lista a mediados de 2010 que exigirá mayores requisitos de capital y colaterales para operar con este tipo de productos, en especial los OTC (over the counter, como se conoce a los que no cotizan en ningun mercado regulado). Los derivados provocaron que buena parte del riesgo financiero fuese invisible para los reguladores. La transparencia será otra de los requisitos para que los bancos sigan operando con este tipo de productos y no se repitan errores del pasado.

3-. Reformar las prácticas de retribución de los directivos: Las remuneraciones de las cúpulas empresariales, especialmente de las entidades financieras, han levantado muchas ampollas, además de haber puesto en evidencia un modelo de gestión basado, en demasiadas ocasiones, en el corto plazo y en la asunción de elevados riesgos con el único objetivo de conseguir millonarias retribuciones en forma de bonus o stock options. Para ponerle freno, han surgido iniciativas de todo tipo. En Estados Unidos, el presidente Barack Obama lanzó la proclama de limitar a 500.000 dólares anuales la retribución máxima de los responsables que reciban ayuda estatal. ¿El resultado? Numerosos bancos se han lanzado a devolver el dinero que pidieron al Estado. En Reino Unido, el primer ministro Gordon Brown ha decidido implantar una tasa a los bonus de los banqueros, con la que prevé recaudar 2.000 millones vía impuestos. En Francia, el presidente Nicolás Sarkozy ha creado la figura del bonus malo, que liga el variable tanto a los éxitos como a lo fracasos, es decir, que puedes ganarlo o perderlo todo. En España, la Ley de Economía Sostenible incluye poner a disposición de losaccionistas un informe sobre remuneraciones, que se votará como puntoseparado orden del día en junta general, para aumentar la transperencia, y en el caso de las entidades financieras, someterlas al control del Banco de España. Pero todavía se está a la espera de un movimiento mundial que limite las remuneraciones disparadas de algunos ejecutivos.

4-. Introducir mecanismos que resuelvan posibles crisis de entidades transfronterizas y controlen los riesgos de las entidades sistémicas: Algunas entidades financieras, entre las que se incluyen Santander y BBVA, han alcanzado tal importancia para la economía mundial que su caída tendría consecuencias inimaginables. Para evitar que se produzca una situación de este tipo, el G-20 defiende someterlas a una mayor supervisión y requisitos adicionales de capital y liquidez. También esta sobre la mesa la tasa Tobin, un impuesto que grava las transacciones financieras. Los líderes mundiales se plantear usar esta tasa como un pseudo castigo a la banca, tras todo lo que ha ocurrido en los últimos años. Su finalidad sería sufragar futuras crisis financieras. Tiene este nombre por el premio Nobel de economía James Tobin, que la propuso en 1972. Hasta hace un par de años, su empleo sonaba utópico, pero la caída de Lehman Brothers y los rescates a la principales entidades mundiales han hecho que cada vez más reguladores estudien implantarla.

5-. Mayor control sobre los hedge fund, en concreto, y los fondos de inversión, en general: La mayor parte de la Unión Europa está conforme con la nueva normativa de fondos de alto riesgo o hedge fund, considerados uno de los grandes responsables de la crisis financiera. Sin embargo, la firma de este acuerdo se ha aplazado por la discrepancia de Reino Unido, mercado donse se concentra entre el 70%-80% de los fondos europeos. Uno de los principales puntos de choque es el tratamiento que debe darse a los gestores de fondos de alto riesgo basados fuera de la UE. La punta de lanza del debate está en permitir a estos vehículos operar con un único pasaporte europeo si son autorizados por un Estado miembro. Esta propuesta británica permitiría a los hedge fund erradicados en paraisos fiscales como Jersey o Islas Caimán hacer negocios en toda Europa, ya que se trata de territorios dependientes de Reino Unido. El resto de países defiende que los fondos de alto riesgo deban pedir autorización en cada uno de los países donde quieran operar, además de somerterse a unas estrictas reglas de supervisión, control y transparencia.

6-. Reforma de la agencias de calificación crediticia: Cuando Lehman Brothers quebró, el banco de inversión podía presumir de haber visto refrendada la matrícula de honor o triple A que conceden las agencias de rating a las empresas que emiten deuda. Rápidamente empezaron a alzarse voces en contra de organismos, que tienen en sus manos el poder de decidir la salud financiera no sólo de una empresa, sino de un país (por ejemplo, ahora, con las emisiones de deuda grieda). Sobre la mesa está modificar no sólo los modelos que utiliza para calcular la solvencia, sino, incluso, Bruselas y el Banco Central Europeo se están plantean crear una agencias de rating para el Viejo Contienente, dependiente del BCE.

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