El Columpio Asesino pone música "al naufragio en el que nos encontramos"

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 27 abr.- El Columpio Asesino deja atrás las lúdicas noches berlinesas "de coche y zapatilla" de su mayor éxito hasta la fecha, el single "Toro", para "acorralar" con imágenes y música una idea asfixiante, trágica y obsesiva: "El naufragio en el que nos encontramos", dicen en una entrevista con Efe.

Así nació "Ballenas muertas en San Sebastián" (Mushroom Pillow), su quinto disco de estudio, que se publica mañana con el sonido "más radical y molesto" de su carrera, un gran cambio respecto del "sofisticado" tono que adquirieron con el previo "Diamantes" (2011), avalado por nada menos que cinco Premios de la Música Independiente.

"La mayoría del gran público nos conoció gracias a ese disco", reconoce al otro lado del teléfono Albaro Arizaleta, voz y batería de este quinteto pamplonés que completan su hermano Raúl (guitarra), Íñigo "Sable" Sola (trompeta, percusiones y sintetizadores), Cristina Martínez (guitarra y voz) y Daniel Ulecia (bajo).

Después de dedicarle allí una canción al MDMA, dicen que no les inquieta convertirse en el grupo ideal para pasar el colocón. "Nuestra música refleja nuestro estilo de vida, somos honestos en ese sentido y no tenemos nada que ocultar ni de lo que avergonzarnos", aseguran.

En virtud del momento actual, esta vez huyeron de hacer un disco continuista y expansivo como aquel, para expresar "el desasosiego y el malestar que hay ahora mismo", así como la idea de que se aproxima "el fin de un ciclo", en la sociedad y también en el grupo.

"La idea del título viene de una foto de un periódico. Apareció una ballena varada en una playa de San Sebastián y me impactó mucho la imagen, esas proporciones del animal muerto en una ciudad burguesa como Donosti. Me recordó al caso del Costa Concordia, como un símbolo brutal del naufragio en el que nos encontramos", explica.

"Acorralaron" esa idea durante más de tres meses de encierro en una paraje, paradójicamente, tan "bucólico" como el de la montaña prepirenaica de Bigüezal (Navarra). "Hemos sufrido bastante en su elaboración y al mismo tiempo lo hemos pasado muy bien", comenta.

El resultado, con "una producción más extrema y violenta por momentos", es "un disco muy tenso, en el que el aspecto lúdico de álbumes previos se da de una manera más obsesiva", igual sin atmósferas luminosas como había en "La gallina" (2008).

Así, tiran de "líneas rítmicas muy primitivas, repetitivas y machaconas con líneas de bajo muy penetrantes, con pocas notas, casi sin acordes", lo que forzó indirectamente a apostar por la síntesis y elaborar las canciones más cortas de su carrera.

"Creemos que ahora se oyen propuestas demasiado amables en cuanto al sonido y que hay que recuperar la esencia del rock, que transmita peligro y malestar", apunta el batería.

Se palpa desde "Intro", con unas voces en un idioma ininteligible, que sirven de transición a "Babel", en el que hablan "de la escasez de armonía actual entre los pueblos de Europa" y del desplome de unas "torres de papel" que aluden al sistema financiero.

El sonido se constituye en el principal cauce para lograr su objetivo, pero no dejan de apoyarse en unas letras de contenido tan vívido como "La lombriz de tu cuello" -"esa vena que se infla cuando uno no puede más", dice- o al nihilista corte que da título al disco y que constituye una las cimas rock del álbum.

"Veo complicado conseguir un nuevo 'Toro', pero esta canción, con un espíritu distinto, tiene potencial", afirma Arizaleta.

En medio de la crudeza, surgen islas como "A la espalda del mar", "la más colorida" del disco, o "Anzuelos", la cual, "a pesar de su ritmo pausado, tiene una tensión sumergida, como la música de las películas de David Lynch, en las que parece que en cualquier momento algo va a suceder", dice su autor.

El 6 de junio pasarán por el Festival 360 de Pamplona y, un día después, por el Contempopránea de Badajoz. A partir de julio afrontarán sus actuaciones más destacadas, dentro del BBK Live de Bilbao, del Portamérica de Nigrán (Pontevedra), del Low Festival de Benidorm (Alicante) y, en agosto, del Arenal Sound de Burriana (Castellón) y del Sonorama de Aranda de Duero (Burgos).

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