El desplome en los ingresos por carburantes amenaza con gripar el motor del déficit

  • Cuatro años y dos recesiones después, a España no le quedan ganas (ni dinero) para coger el coche. Los ingresos fiscales por el Impuesto de Hidrocarburos se encaminan hacia mínimos y amenazan con descuadrar las cuentas del Estado en materia de recaudación impositiva.

Cifras de los carburantes en España
Cifras de los carburantes en España
Chiqui Esteban
Álex Medina R.

Aunque el transporte público empieza a no ser una opción tan barata (sobre todo, en Madrid), a los españoles no le ha quedado más remedio que dejar el coche aparcado en la puerta de su casa. Con los precios de los carburantes encadenando máximos (el litro de gasóleo cuesta más que dos de Coca-Cola), el consumo cae a niveles desconocidos y, en consecuencia, lo que el Estado recauda por impuestos mengua en proporción.

Por ejemplo: sólo en 2011, el consumo de carburantes en España se ajustó en un 6,3%, lo mismo que se redujeron los ingresos que el Estado percibió por este concepto. Las caídas son más pronunciadas si se amplía la perspectiva cinco años atrás, en aquella época previa a la crisis: entre 2007 y 2011, el gasto en combustible ha adelgazado un 14%.

De media, por el Impuesto de Hidrocarburos las arcas públicas recogen cada año unos 10.000 millones de euros (o un punto del Producto Interior Bruto, ahora que cada décima importa a la hora de cuadrar el déficit a lo que nos exige la Unión Europea).

Es, en suma, el Impuesto Especial más importante, por encima del tabaco o del alcohol y cada año le supone un pequeño disgusto al Ministerio de Hacienda, ya que las previsiones de ingresos se están cumpliendo a la baja diciembre tras diciembre.

El ejercicio de 2012 no está siendo una excepción. Los Presupuestos Geneales del Estado, que continúan pasando trámites en el Parlamento, contemplaban que la recaudación por el Impuesto de Hidrocarburos ascendería al cierre del año a poco más de 9.000 millones y que sería un 2,6% inferior a la de 2011.

Como ven, ya existía pesimismo sobre la evolución del consumo. Pero los primeros datos de este 2012 están siendo peores aún de lo previsto: entre enero y marzo, los ingresos respecto al año anterior ya se han reducido en un 5,5%, según los datos presentados por el Ministerio el pasado martes.

Y, a todo esto, el ascenso imparable de los precios no están ayudando en absoluto. Por lógica, se podría pensar que un incremento de las tarifas derivaría en un alza de los ingresos del Estado vía impuestos. Nada de eso: pese a que en las gasolineras españolas se paga un 30% más por llenar el depósito que en 2007, la caída acumulada en los ingresos ronda el 14%.

¿Conclusión? Que se coge menos el vehículo y que, cuando más aumente la presión sobre los precios, más se castigará la recaudación.

Esta lección (cuyo castigo es inevitable, ya que los tipos del tributo no se han tocado y España es de los países de la UE con menor imposición sobre el combustible) se ha extendido a otros productos gravados como el tabaco: tras la subida fiscal decretada en diciembre de 2010 (acompañada de la prohibición de fumar en más lugares), las ventas se desplomaron y la recaudación oficial (pese a dispararse los precios) se vino abajo con ellas.

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