El mercado infravalora a España: la posibilidad de que quiebre es irreal

  • A pesar de que la deuda española vuelve a estar en el punto de mira del mercado, los expertos son claros y contundentes con su tesis: los inversores se han vuelto hipersensibles con la crisis. Es cierto que la economía española tiene problemas, pero no está, ni mucho menos, en peligro de quebrar.
Salgado: la situación de la deuda española es mejor que la de Irlanda o Portugal
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Ana P. Alarcos

España S.A. está volviendo a sufrir la desconfianza de los mercados, como ya ocurrió hace unos meses con la tormenta griega. En los últimos días, y a raíz de los problemas económicos de Irlanda, se ha extendido entre los inversores la percepción de que nuestra economía es una de las más arriesgadas del mundo.

Este sentimiento ha provocado la subida a gran escala de los seguros que usan los inversores para protegerse frente a un impago de la deuda española (los CDS en la jerga económica), al tiempo que ha disparado la prima de riesgo nacional (medida a través de la diferencia entre nuestros bonos a diez años y los alemanes, el referente en Europa).

El CDS es "una medida de la probabilidad de impago total o parcial  que los mercados prevén para los bonos a los que se refieren (son una especie del coste del seguro de los bonos). Es obvio que los mercados están nerviosos con España y asignan una probabilidad bastante grande de impago total o parcial de la deuda del estado español", señala Pablo Fernández, profesor de IESE.

Tal es el nerviosismo inversor que España tiene el noveno CDS más caro, lo que algunos medios han traducido como que nuestro país es uno de los que tiene un mayor riesgo de quiebra en el mundo. Sin embargo, los expertos están convencidos de que esta reacción del mercado está siendo irracional y que está bastante lejos de la realidad.

De hecho, los CDS deben analizarse con la misma cautela que los ratings, cuya fama ha quedado en entredicho después de que Lehman quebrara habiendo recibido la mejor nota posible unos días antes.

En este sentido, Ángel Olea, director de inversiones de Abante Asesores, explica que "es verdad que las cosas en España no van bien. No se va a crear empleo sostenible durante un tiempo, la vivienda va a seguir cayendo, el crecimiento económico estará cerca del cero y puede que la banca comercial tenga que hacer frente a algún obstáculo para conseguir financiación".

Pero, realmente, continúa, "este escenario no se traduce en una posibilidad real y cercana en el tiempo de que nuestro país entre en default (es decir, de que quiebre). Entre otras cosas, porque España no tiene un déficit peor que Estados Unidos o Reino Unido, ni una deuda peor que la de Italia. No sé qué pasará dentro de una década, pero en los próximos dos o, incluso, cinco años, estoy seguro de que no tendremos problemas".

José Luis Álvarez, profesor de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Navarra, mantiene una postura similar. "Es verdad que ha aumentado el riesgo que entraña invertir en deuda pública española, porque ha empeorado, pero hay una sobrerreacción clara en el mercado. Durante la época de bonanza económica, el riesgo quedó en un segundo plano, pero los inversores ahora están hipersensibles. Cualquier noticia despierta un mar de dudas", argumenta.

Por otro lado, Rafael Pampillón, economista de IE Business School, opina que "es imposible saber lo que ocurrirá dentro de unos años, pero, hoy por hoy, España no está en peligro de quebrar".

Entonces, ¿por qué el mercado castiga a España?

El propio Pampillón cree que lo que el mercado está viendo es que nuestra economía está alargando las reformas que tiene que hacer. "Los cambios están siendo muy lentos y nuestro castigo es la incertidumbre", subraya.  

Fernández, por su parte, opina que "ahora mismo (y llevamos así mucho tiempo) entra menos dinero en la caja del estado del que sale. No se ve ninguna medida que trate de arreglar esto. Lógicamente, muchos inversores están inquietos".

Mientras, el experto de Abante Asesores, apunta que la incertidumbre que genera España en los inversores podría reducirse drásticamente si, entre otras cosas, se recortara más el gasto público, se flexibilizara más el mercado laboral y se concretara la reforma de las pensiones.

"Parece que vamos a ir por detrás de la curva, como se suele decir, y que vamos a actuar después de que el mercado nos de un toque de atención, porque los políticos sólo actúan cuando no les queda otra. Por ello, creo que durante una temporada este tipo de escenarios esté yendo y viniendo", añade Olea.

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