El sueño de Portillo termina en el vertedero de Colonial

  • Inmocaral, Riofisa y las 13.500 viviendas que Luis Portillo quería levantar en su localidad natal de Dos Hermanas han terminado formando parte de los activos tóxicos que Colonial ha recluido en una sociedad independiente, que funcionará como un 'banco malo'.
Colonial confía en haber terminado el saneamiento de sus activos en 2010
Colonial confía en haber terminado el saneamiento de sus activos en 2010
Ruth Ugalde

Todo lo que tocaba se hacía de oro. Hace poco más de cuatro años, cuando Luis Portillo salió del anonimato para convertirse en uno de los protagonistas de la burbuja inmobiliaria, parecía capaz de conseguir todo lo que se propusiera. Sin embargo, el tiempo le ha quitado la razón y sus grandes proyectos han terminado engrosando la lista de activos tóxicos que Colonial intenta quitarse de encima inyectándoselos a otras sociedades que ha convertido en una especie de bancos malos.

Pero, para comprender este final, antes debe mirarse el pasado y recordar la fugaz historia de éxito de Portillo. Su primera gran operación fue en octubre de 2005 con la compra de Inmocaral, una pequeña sociedad que tenía accionistas tan ilustres como Rafael del Pino Moreno y Alicia Koplowitz. Después llegó la adquisición de Colonial, por 3.700 millones, el 15% de FCC, y el asalto a Riofisa, por otros 2.000 millones.

Corría enero de 2007 y Portillo acababa de sentar los cimientos de la que estaba llamada a ser la mayor inmobiliaria de España. Pero la felicidad duró poco, porque el imperio levantado en apenas dos años era, en realidad, un gigante con pies de barro.

Activos tóxicos

Si la súbida al Olimpo empresarial fue rápida, la caída fue meteórica. En diciembre de 2007, Portillo dejó la presidencia de Colonial, cabecera del imperio que había financiado con talonarios que luego se demostraron faltos de fondos, y cuatro meses después, vio como sus 14 bancos acreedores ejecutaban los créditos que tenían concedidos al empresario y se hacían con el 29% de la empresa. A partir de ahí, todos los pasos que ha ido dando la inmobiliaria han estado condicionados por la necesidad de reducir deuda.

El último llegó el pasado 19 de febrero, cuando la compañía firmó el acuerdo de refinanciación con sus acreedores, a la sazón, nuevos dueños de la empresa, ya que controlarán el 90% de las acciones una vez culminen las dos ampliaciones de capital que han puesto en marcha para rebajar los 4.900 millones de números rojos que arrastra Colonial.

Para conseguir semejante gesta, los bancos han acordado crear dos sociedades vertedero donde inyectarán los activos más tóxicos, es decir, aquellos cuya viabilidad todavía tardará en llegar unos años. Y, curiosamente, ahí han terminado las grandes apuestas de Portillo.

Riofisa, Inmocaral Servicios y la deuda de 62,84 millones que tiene pendiente la primera con Colonial fueron inyectados el pasado 23 de diciembre a la sociedad Colren, uno de los dos bancos malos que ha creado la inmobiliaria catalana para enderezar sus cuentas.

Este trasvase de activos deberá ser refrendado por la Junta General de Accionistas, el próximo 19 de abril, reunión en la que también se dará luz verde a la segregación del Proyecto Entrenúcleos, un ambicioso desarrollo urbanístico que Portillo soñó llevar a cabo en la localidad sevillana de Dos Hermanas para levantar 13.500 viviendas.

Suma y sigue, porque Colonial también ha sacado fuera el 19,9% del capital de Aqua Mágica, un proyecto promovido por Riofisa para levantar en Mallorca un gran centro comercial y de ocio que fue suspendido por el Gobierno balear, y créditos por valor de 795 millones que están asociados a estos activos tóxicos. Al final, todo el oro que creyó tocar Portillo ha terminado en el estercolero.

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