La amenaza de otro rescate sobrevuela Portugal por la subida de los intereses

  • Después de dos años y medio bajo la asistencia financiera internacional, Portugal no termina de despegar y la amenaza de un segundo rescate vuelve a resurgir, en línea con el aumento de la presión de los mercados.

Oscar Tomasi

Lisboa, 21 sep.- Después de dos años y medio bajo la asistencia financiera internacional, Portugal no termina de despegar y la amenaza de un segundo rescate vuelve a resurgir, en línea con el aumento de la presión de los mercados.

Cuando sólo faltan nueve meses para que deje de recibir fondos de la troika, los intereses que penalizan su deuda soberana siguen por encima del 7 %, como lo hacían cuando pidió el rescate, y son considerados por los analistas como demasiado altos para que el país recupere su autonomía financiera.

Además, pese a los cuantiosos ajustes y reformas aplicados en Portugal, a su economía todavía le cuesta arrancar. El Gobierno conservador luso vislumbra ya, sin embargo, las primeras señales de recuperación y pronostica que el PIB volverá a crecer en 2014, pero apenas unas décimas.

Los mercados parecen más preocupados por la sensación de inestabilidad política derivada de la crisis de Gobierno registrada este verano que por la aparición de indicadores optimistas, en opinión del director de gestión de activos del Banco Carregosa, Filipe Silva.

"Desde mayo -cuando las obligaciones lusas a diez años daban en torno al 5,5 % de interés- y hasta hoy se ha agravado la percepción de riesgo entre los inversores por la crisis política. Las rentabilidades subieron mucho en aquel momento y por ahora no han regresado a los niveles previos", señaló hoy a Efe.

La decisión del entonces ministro de Exteriores luso, Paulo Portas -líder a su vez del partido minoritario que garantiza la mayoría absoluta al Ejecutivo-, de presentar su dimisión "irrevocable" por divergencias con el primer ministro, Pedro Passos Coelho, elevó la preocupación de los inversores, que sólo se atenuó con su marcha atrás.

El responsable del mercado de deuda de la entidad lusa recordó que en los mercados "las buenas noticias tardan más tiempo en hacer efecto que las malas" lo que, sumado a un incremento de la presión que ejercen los inversores generalizado en toda Europa -hasta los intereses sobre el bono germano han subido-, perjudicó a Portugal.

Silva coincide con la mayoría de analistas y expertos lusos que sitúan al país ya lejos de Grecia pero todavía distante de Irlanda, considerado al nivel europeo como el ejemplo que seguir.

"Estamos a medio camino entre uno y otro", apuntó.

Prueba de ello es su situación en el mercado de deuda. Mientras Dublín ya paga menos de un 4 % por sus títulos a diez años y se prepara para cerrar con éxito su programa de asistencia financiera, la penalización de la deuda helena supera el 10 %.

En las próximas semanas, Portugal afronta varias "pruebas" de envergadura: el fin de la octava y novena evaluación de la troika -que se encuentra en Lisboa desde el lunes-, la presentación de Presupuestos en el Parlamento y el resultado de las elecciones municipales del día 29.

El debate político está monopolizado por la negociación con los técnicos de la UE y el FMI para lograr una flexibilización de sus exigencias, petición que ha logrado poner de acuerdo a empresarios, sindicatos, partidos de izquierda e incluso al Gobierno, aunque este último con matices.

Según cálculos divulgados por medios lusos -que la semana pasada abrieron sus portadas con el riesgo de que el país necesite un segundo rescate-, Portugal necesita al menos 8.200 millones de euros para cubrir sus necesidades financieras de 2014.

El Gobierno conservador ya mostró su interés en negociar con sus socios europeos un programa similar al que ya diseña Irlanda, que pretende contar con una línea de crédito -se habla de unos 10.000 millones de euros- que le facilite la salida de la crisis una vez agotados los fondos de su rescate.

Sin embargo, para tener acceso a este plan de ayuda alternativo, es condición "sine qua non" poder subastar deuda a cambio de intereses sostenibles, un objetivo que Portugal preveía cumplir en estas fechas cuando firmó el rescate con la troika y que, por el momento, se hace esperar.

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