La sombra de la bancarrota persigue a Serbia en su camino hacia la UE

  • Con una de cada cuatro personas sin empleo y con más pensionistas que cotizantes, Serbia está obligada a tomar difíciles medidas si quiere dominar una deuda pública récord que se ha duplicado en el último lustro y que podría llevar al país a la bancarrota.

Snezana Stanojevic

Belgrado, 23 jul.- Con una de cada cuatro personas sin empleo y con más pensionistas que cotizantes, Serbia está obligada a tomar difíciles medidas si quiere dominar una deuda pública récord que se ha duplicado en el último lustro y que podría llevar al país a la bancarrota.

Serbia, país candidato para entrar en la Unión Europea, pasa por su peor crisis económica desde las guerras balcánicas -hace 20 años- y su deuda no para de crecer mientras que la economía se contraerá este año por segunda vez en tres años.

Apenas cien días después de llegar al poder, el nuevo Gobierno serbio, liderado por el popular primer ministro Alexandar Vucic, ha sufrido ya su primera víctima política a causa de la crisis.

Precisamente la estrella del Ejecutivo, el ministro de Finanzas, Lazar Krstic, un economista prodigio de sólo 30 años, tiró la toalla hace diez días ante la imposibilidad de aplicar las reformas que consideraba necesarias.

Vucic había prometido en la campaña electoral "medidas difíciles y dolorosas" para sacar al país de la crisis y modernizar la economía para prepararla "para desafíos del siglo XXI".

Krstic, un economista y matemático formado en la prestigiosa Universidad de Yale (EEUU), se tomó esos anuncios al pie de la letra, proponiendo notables recortes en las pensiones y en los salarios del sector público, lo que para el primer ministro era demasiado.

Mientras tanto, la deuda pública del país, que se ha duplicado en cinco años, alcanzará este año el 70 por ciento del producto interior bruto (PIB) y probablemente llegue al 80 por ciento el año que viene, advierte el economista Miroslav Prokopijevic.

"La bancarrota se acerca, seguro. Pero es imposible decir cuán cerca está porque no depende sólo de la deuda de Serbia sino también de las circunstancias en el mercado financiero internacional", dice el analista en declaraciones a Efe.

Y una vez que supere ese 80 por ciento del PIB, Serbia podría encontrarse con un muro sin poder esperar nuevos préstamos, advierte Prokopijevic.

La economía de Serbia se contrajo en 2012 por primera vez y lo hará este año de nuevo, con un estimado -1,0 por ciento del PIB, pronostica el Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena (wiiw).

El déficit público alcanza ya el 8 por ciento del PIB, mientras que el desempleo se encuentra cerca del 25 por ciento, advierten los expertos del wiiw en un reciente informe.

El problema del país, el más grande de la antigua federación socialista de Yugoslavia, es la falta de reformas económicos.

Los anteriores gobiernos tomaron muchas medidas populistas, que junto con la crisis global condujeron a los problemas actuales.

Ni siquiera la aplastante mayoría parlamentaria de Vucic, quien arrasó en las elecciones de marzo, es garantía para que algo cambie.

El ya sobredimensionado sector público se ha inflado en los últimos años y emplea a más de 800.000 personas, casi la mitad de la población activa de este país de 7,2 millones de habitantes.

Además, el número de jubilados -1,7 millones- supera por primera vez a los contribuyentes activos, lo que dificulta la financiación del sistema de pensiones.

Como si esos datos no fueran suficientes, el país sufrió en mayo pasado las inundaciones más devastadores desde hace un siglo, con unos estimados daños de 1.700 millones de euros.

El nuevo Gobierno se ha visto abrumado por tantos desafíos y por ahora solo ha logrado adoptar una tímida reforma laboral, con el objetivo de mejorar el ambiente económico, impulsar las inversiones y la creación de empleo, aunque el gasto público no se ha tocado.

"Por supuesto, ahorrar en sueldos y pensiones es políticamente lo más doloroso", señala Prokopijevic.

Y eso es justo lo que pretendía hacer el dimitido Krstic, quien propuso un recorte de las pensiones del 20 por ciento y de los salarios de los funcionarios del 15 por ciento, al tiempo que quería despedir a 160.000 empleados públicos en dos años.

Vucic consideró el plan del joven ministro como demasiado duro y anunció que prefiere pasos más moderados, aunque no ha anunciado nada concreto todavía.

"Este es el momento para recortes agudos", dijo Krstic tras su dimisión, en declaraciones al semanario NIN.

"Si seguimos ignorando la realidad, la necesidad de consolidación y el cumplimiento de las reformas, arriesgamos poner al Estado de rodillas. Y entonces sería como en Grecia, donde la reducción de salarios y pensiones era del 40 por ciento o más", advirtió.

No obstante, aseguró Krstic, "el iceberg está suficientemente lejos", aunque la situación ya es tan sería que necesitaba activar "la sirena de alarma".

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