Las constructoras lusas alertan del riesgo que supone su caída para la banca

  • El sector de la construcción de Portugal, que supone un 18 % del PIB del país, teme que la caída en picado que está sufriendo suponga un grave riesgo para la banca lusa, a la que adeuda 38.000 millones de euros en préstamos.

Lisboa, 29 jun.- El sector de la construcción de Portugal, que supone un 18 % del PIB del país, teme que la caída en picado que está sufriendo suponga un grave riesgo para la banca lusa, a la que adeuda 38.000 millones de euros en préstamos.

En un encuentro con periodistas, el presidente de la Confederación Portuguesa de Construcción e Inmobiliario, Manuel Reis, alertó de que la "ruina" del sector "tendría consecuencias gravísimas para la banca y para el país".

De hecho, los 38.000 millones de euros que las empresas constructoras deben devolver en los próximos años a las entidades financieras triplican la cantidad asignada a la banca, 12.000 millones, del total de 78.000 millones del rescate concedido en 2011 a Portugal por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Tanto Reis como el presidente de la Federación Portuguesa de la Industria de la Construcción y Obras Públicas (Fepicop), Ricardo Gomes, se mostraron muy críticos con el Gobierno luso, al que acusaron de despreocuparse del sector y de beneficiar a los bancos.

"Las entidades financieras están siendo exageradamente favorecidas en este proceso de reajuste" de la economía lusa, denunció Gomes.

Los presidentes de ambas patronales recordaron que el Ejecutivo permitió a la banca retrasar su recapitalización -que se ejecuta precisamente ahora- casi un año más de lo previsto inicialmente en los acuerdos con la UE y el FMI, que fijaron las contrapartidas a las que se comprometió Portugal a cambio del rescate.

"Al haber dispuesto de casi un año más, han logrado mejorar sus rátios de capital retirando dinero a la economía, a las empresas y a las familias. En el Reino Unido en ocho días ya se habían recapitalizado", acusó Gomes.

En su opinión, el trato de favor a esas instituciones se debe a que para cumplir la rebaja del déficit público y compensar varios "agujeros" detectados en las cuentas lusas el Estado pactó con las entidades financieras la transferencia de sus fondos privados de pensiones (de unos 6.000 millones de euros) a la Seguridad Social.

"¿Cómo se le iba a exigir a los bancos resolver sus problemas rápidamente con una debilidad objetiva como es necesitar que estuviesen dispuestos a transferir esos fondos?", señaló Gomes.

Además, agregó, reforzar capital en un corto espacio de tiempo "hubiera conllevado una reestructuración del accionariado" de las entidades financieras.

Al contrario que la banca, la situación que vive la construcción en Portugal es "catastrófica", en palabras de Manuel Reis, quien recordó que la mitad de los trabajadores que engrosan las listas del desempleo cada mes proceden de este sector.

En 2002 la construcción y el sector inmobiliario representaban un total de 930.000 empleos directos en este país de diez millones de habitantes, pero se espera cerrar este ejercicio con poco más de medio millón, unos 140.000 menos que en 2011.

El paro se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza para el Ejecutivo luso pero también para la UE y el FMI, que vigilan su rescate, después de que la tasa de desempleo se haya disparado en este primer semestre de 2012 hasta superar el 15 %.

Además, las organizaciones patronales esperan que cerca de 13.000 empresas, de diversos sectores, echen el cierre durante este año debido a la falta de crédito y de inversión, tanto privada como pública.

Sin embargo, entre las causas de la crisis económica que vive Portugal, considerada la más grave de su democracia, no se encuentra la llamada "burbuja inmobiliaria", en contraste con lo ocurrido en otros países, como España o Irlanda.

Las patronales se quejan por todo ello de la falta de "sensibilidad" del Gobierno conservador luso hacia este sector.

Sus dirigentes piden acciones, como reforzar la rehabilitación urbana o fomentar el alquiler de inmuebles -actividad en la que Portugal tiene el segundo porcentaje más bajo de Europa- para dar alternativas a la construcción y evitar la sangría de empleos y el peligro que representa su alto endeudamiento.

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