Los piratas somalíes encuentran en el tráfico de drogas y personas un nuevo modelo de negocio


YIBUTI, 22 (SERVIMEDIA/DANIEL CAMPOS (ENVIADO ESPECIAL))

Los grupos piratas que han estado operando estos últimos siete años desde las costas de Somalia se han visto obligados a reinventarse tras más de un año y medio sin conseguir apresar un solo barco. Las operaciones militares y, sobre todo, los agentes de seguridad privada a bordo de pesqueros y cargueros, han llevado a los piratas a buscar y encontrar nuevos modelos de negocio en el tráfico de drogas y en la trata de personas.

Así lo atestiguan los militares españoles que se encargan de vigilar desde el aire la actividad de estos grupos. El comandante Antonio García Massó, jefe de operaciones del Destacamento Orión, integrado en la Operación Atalanta de la Unión Europea, explica que el último secuestro de los piratas somalíes tuvo lugar en mayo de 2012. “Se está detectando en cambio un incremento en el tráfico de personas y de droga”, relata desde la base área de Yibuti.
El avión Delta 4 de las Fuerzas Aéreas españolas, asignado al Destacamento Orión, es una de las joyas de la corona de la operación de la UE contra la piratería debido a su labor de ‘inteligencia’ y sus útiles armas: un aparato fotográfico de alta definición, una cámara de infrarrojos y diversos radares y sensores. Realiza en torno a cien horas de vuelo cada mes desde su base en el Cuerno de África y sus misiones le llevan a menudo a sobrevolar la costa de Somalia para detectar y controlar la actividad de las bases piratas.
TRATA DE PERSONAS
García Massó señala que el avión español ha detectado estas nuevas actividades, en la que los esquifes que antes se dedicaban a la búsqueda y captura de barcos, ahora se centran en pasar drogas –principalmente ‘khat’- y personas, entre la Península Arábica y el continente africano.
De forma paralela, se ha reducido drásticamente la actividad de los piratas y muchas de las cerca de 150 bases logísticas que llegaron a tener en el pasado están ahora en desuso. Los tripulantes del Delta 4 español, de hecho, se dedican a vigilar estas bases para determinar si hay riesgo de que vuelvan a servir a los piratas para hacerse a la mar, un riesgo latente ahora que ha acabo el monzón de otoño y llega el buen tiempo.
El comandante Carlos Montemayor, jefe del avión, indica que desde el pasado mes de octubre “ha aumentado la actividad logística”. Señala en este sentido que los principales fortines de los piratas siguen siendo las localidades de Hobyo y Grisbi, mientras que la actividad en Haradhere, antaño un punto caliente, se ha reducido notablemente.
UN AERÓDROMO EN EL DESIERTO
Los militares españoles también han podido comprobar desde el aire los efectos que han tenido las ingentes cantidades de dinero que han regado en los últimos años las costas de Somalia en forma de rescates millonarios.
Los tripulantes del Delta 4 han visto como se han levantado casas casi de lujo en uno de los países más pobres del mundo. El comandante Montemayor explica que desde el aire han sido testigos de la aparición de coches cuatro por cuatro de alta gama, antenas parabólicas y elegantes mezquitas.
El jefe del avión español destaca que, incluso, han podido fotografiar en medio del desierto, a unos kilómetros al norte de la localidad de Hobyo, una pequeña pista de aterrizaje con un avión privado aparcado a su vera.
Pero la tarea del Destacamento Orión no está exenta de peligros, como explica el comandante García Massó. El Delta 4 debe volar a una altura determinada para quedar fuera del alcance de los kalashnikovs y los lanzagranadas de los que disponen los grupos piratas. El comandante relata que, incluso, se han detectado lanzamisiles en Mogadiscio, la capital del país, y en la zona sur, donde opera el grupo yihadista Al Shabaab, lo que supone, debido a su alcance, un peligro para la tripulación del Delta 4.

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