Ni pelotas de ping-pong ni cuchillos durante el Congreso del PCCh

  • La celebración la próxima semana del XVIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) ha dado pie a unas medidas de seguridad en Pekín que van desde las más o menos lógicas -la prohibición de vender cuchillos- a las sorprendentes, como la prohibición de llevar pelotas de ping-pong en los taxis.

Paloma Almoguera

Pekín, 1 nov.- La celebración la próxima semana del XVIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) ha dado pie a unas medidas de seguridad en Pekín que van desde las más o menos lógicas -la prohibición de vender cuchillos- a las sorprendentes, como la prohibición de llevar pelotas de ping-pong en los taxis.

Ante la inauguración el día 8 del Congreso del que saldrán los líderes chinos de la próxima década, el régimen de la República Popular ha decidido no escatimar en precauciones para evitar que la cita esté exenta de sobresaltos.

Así, el Gobierno alterna las clásicas medidas como aumentar el número de policías en la capital -sobre todo en Tiananmen, donde está el Gran Palacio del Pueblo, sede de la mayor parte de los encuentros- con prohibiciones aparentemente peregrinas.

Uno de los colectivos que se han visto afectados es el de los taxistas, que han visto limitado el tipo de pasajero que pueden transportar en sus vehículos.

Desde el domingo, según ha publicado el diario "Global Times", el que quiera pasear por Pekín con pelotas de ping-pong -para algo el país es un gran aficionado del tenis de mesa- deberá buscar un medio de transporte que no sea un taxi, pues su conductor se arriesga de otro modo a una buena multa.

Un taxista de Pekín, de apellido Wang, así se lo confirma a Efe, y relata que durante este periodo tampoco le está permitido "abrir las ventanillas".

Wang prefiere no entrar a debatir qué razones hay para la normativa, o qué pueden tener las autoridades contra las bolas de ping-pong.

Al parecer, según han apuntado usuarios de internet chinos, con la prohibición de bajar las ventanas con ello se pretende impedir que un pasajero díscolo pueda intentar repartir octavillas subversivas durante el trayecto del vehículo.

Otro medio de transporte, aunque en este caso de juguete, también se ha convertido en objeto de restricciones: a partir de ahora, el que quiera comprar un avión teledirigido en una tienda de la capital tendrá que presentar su identificación, a fin de que las autoridades puedan "rastrear" su vuelo, informa hoy el diario oficial "Beijing Youth Daily".

Quizá por temor a que puedan diseminar lemas políticamente incorrectos, tampoco se podrán dejar volar palomas mensajeras por los cielos pequineses esos días.

La obsesión por una "armoniosa transición" de poder, tal y como apela a la población el Gobierno central en su página web, no ha pasado desapercibida entre los usuarios de las redes sociales chinas.

Aunque el masivo sistema de censura chino en Internet se ha intensificado estos días, y los términos relativos al Congreso permanecen vedados, los internautas recurren a alusiones como "Esparta" -la antigua ciudad griega, pero que en mandarín suena como "shi ba da" o "el gran 18", el término popular para el XVIII Congreso- para dejar sus comentarios.

Un usuario llamado Zuoyeben ilustra en Weibo a los internautas enumerando la larga, y asombrosa, lista de prohibiciones -hasta trece, según sus cálculos-, entre las que destacan normas más usuales como el impedimento de "llevar tijeras en los trenes" o la eventual retirada del mercado de los "cuchillos para cortar fruta", quizás los más afilados.

Los residentes de Pekín tampoco podrán soltar globos -y menos atreverse a divulgar en ellos mensajes propagandísticos-, circular en tractor por el quinto anillo -una de las circunvalaciones que distribuyen las vías de la capital china- o ir a conciertos de música hasta que termine el cónclave el próximo día 18.

Entre tanta prohibición extenuante, las autoridades han tenido a bien reconfortar a los ciudadanos sugiriendo a los numerosos centros de masaje "mantenerse abiertos hasta altas horas de la noche", tal vez para compensar también al jugador de ping-pong que quiera desentumecer los músculos tras un largo trayecto sin taxi a casa.

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