"No tengo la más mínima duda de que la eólica no es una burbuja"

  • El presidente deGamesa, Jorge Calvet, tiene clarísimoque el futuro de laempresa eólica pasapor ser más del mundoy menos de España.Sobre todo, ahora quelos gobiernos de otrospaíses la 'miman'mucho más.
Jorge Calvet, presidente de Gamesa
Jorge Calvet, presidente de Gamesa
lainformacion.com
Juan Llobell y Alfonso Pérez/Revista Capital

A Jorge Calvet, un directivo curtido en las lides de la banca de inversión, nunca se le había pasado por la cabeza que un día presidiría la eólica Gamesa, una de las mayores y más prometedoras empresas tecnológicas de España. Pero a Calvet –52 años– le gustan los retos.

Por eso, cuando el consejo de administración le ofreció, hace ahora once meses, el testigo de la presidencia en un momento en que la firma vasca se deslizaba por una espiral negativa –cambio de tornas en el escenario económico, retroceso en el número de pedidos de turbinas, incertidumbre regulatoria...–, no lo dudó.

El camino de Gamesa, se dijo, debe estar donde sople el viento más fuerte. Y las ráfagas son más intensas fuera de nuestras fronteras, en la economía global. Así que desde que se convirtió en el tercer presidente de la eólica vasca, Calvet no para en casa. "Habré hecho cerca de 100.000 km en los últimos meses", dice. Y en todas sus salidas no deja de maravillarse de lo que se encuentra ahí fuera.

–¿Qué es lo que más le ha costado entender del negocio de Gamesa?

–Lo acrónimos de la industria eólica [dice entre risas]. Empiezan a decir ACRS... y pones cara de inteligente. Y cuando acaba la reunión con los ingenieros preguntas confuso pero qué es eso de ACRS. No he tenido más remedio que hacerme un diccionario. Pero, ahora en serio, la suerte que tengo es que el equipo de Gamesa, que apenas ha cambiado, es magnífico.


–¿Qué aporta un gestor de banca de inversión, entre comillas un 'outsider', a este negocio tecnológico?

–El haber trabajado en distintos países, en centro mundiales como Nueva York y Londres [a caballo de las cuales ha pasado 15 años], te da una visión del mundo para ayudar a profundizar en la globalización de Gamesa. Y, luego, intentar aportar cierto sentido común.


–¿Qué buscaba el consejo con su nombramiento?

–Creo que había dos motivos importantes. Primero, el derivado del contexto en el que se produjo: el de un mundo financiero muy complicado, en el que había que entender bien lo que significan los mercados de capitales, las oportunidades en juego y los riesgos que esto suponía para empresas como Gamesa. Y, en segundo lugar, la posibilidad de dar esa experiencia global   internacional a Gamesa, que sólo puede crecer ahora a través de su expansión exterior.

–¿No vino también a ajustar las clavijas fifinancieras, a insuflar austeridad?

–Sí. También hay que gestionar eficientemente la empresa. Hemos puesto planes de ahorro importantes. [En los próximos tres años, pretende ahorrar más de 500 millones de euros;  también ha aligerado con éxito la deuda].

–¿Qué diferencia hay entre gestionar una empresa financiera y una como Gamesa?

–Aquí hay aspectos que no se tocan en las empresas financieras. La gestión de fábricas, la gestión de productos, el I+D…Aquí está uno mucho más pegado a la realidad económica del país, a procesos de decisión que tienen un impacto tremendo.

Calvet, que ha sido presidente de Fortis Bank y de UBS en España, es una persona exquisita en las formas –diplomático hasta en los trajes a rayas que viste–. Sabe que el cara a cara, el mirarse a los ojos, es fundamental para el mundo de los negocios, por mucha tecnología y aparatos que inventemos. "Es muy importante tener relaciones muy directas con los gobiernos, con las autoridades, para conocer sus sensibilidades. Esto es clave".

Y tal vez por ello, pilota ahora esta empresa de molinos de viento que necesita vender más molinos y a la que ha dado un nuevo empuje en la política comercial: ya no se centra en un pocos, y grandes, clientes, sino que ha abierto el abanico: eléctricas más pequeñas, inversores financieros, aunque haya que ir a buscarlos a África o a Latinonamérica.

Pero Calvet es, sobre todo, un apóstol de la globalización, empeñado en que Gamesa sea cada vez más global. "Ése es el único camino que tienen las empresas españolas para progresar de una forma importante. Tener una presencia doméstica está bien, pero éste no es el futuro ni muchísimo menos.

Las oportunidades que hay fuera de España son espectaculares, pero hay que saber encontrar el hueco y hay que tener el coraje de salir fuera", dice. Después de todo, la inmensa mayoría de su facturación, el 89%, proviene ya del exterior, de una veintena de países. Y suma y sigue.


–¿Qué sería Gamesa sin el mundo?

–Sería una empresa muchísimo más pequeña, una empresa que no tendría la capacidad de implementar la innovación y el desarrollo que está desarrollando. Sería una empresa mediana, y de las pequeñas medianas. Probablemente, habría que cerrar gran parte de las fábricas.

–¿Gamesa viaja con el pasaporte español?

–Nuestra marca es el mundo. Somos ciudadanos del mundo y tenemos que serlo.


–¿Existe la posibilidad de que Gamesa tenga la sede fuera de España?

–No me lo he planteado. La raíz no se debe de perder nunca. Pero también hay que pensar que en China somos chinos, en Estados Unidos somos norteamerinos, que en la India somos indios, y que allí donde estemos tenemos que ser de cada país. Además, somos cada vez más chinos, más americanos, más indios y seremos más egipcios y más brasileños.

–Sin embargo, la mayor parte de la plantilla está en España.

–Aquí se producen dos fenómenos, uno es de crecimiento externo y otro de decrecimiento interno. Y el efecto que tendrán no será sólo en el porcentaje de ventas, que cada vez será mayor en el exterior. También la plantilla, a medida que vayamos creciendo, tendrá una evolución distinta. Si el 69% de la plantilla está en España, lo lógico es que en unos años sea un 50%, aunque ello no significa que haya una reducción de plantilla española.[En EEUU, India, China es donde más corrientes de aire ve, pero también ve prometedores los mercados de Latinoamérica, África y Europa del Este].

Hay voces que sostienen que la fiesta de las renovables se ha acabado. El boom verde, alimentado por años de gran crecimiento económico y generosidad de los estados, podría reventar. Sobre todo ahora que a los estados el agua de la deuda les llega al cuello.

Calvet niega la mayor. "Yo no me creo que la eólica sea una burbuja. No tengo la más mínima duda. Con todos los gobiernos [la compañía está presente en una veintena de naciones] de cada país que hablo coinciden en que debe haber un mix energético distinto, y todos, absolutamente todos, incluyen la energía eólica como una de la energías renovables más eficientes que existen en este momento. Hay economías que tienen una gran demanda energética, como China y Estados Unidos, y no quieren tener esa dependencia tan tremenda de las energías fósiles".

–No impactará el hecho de que los gobiernos no están para dar grandes subvenciones.

–A medida que vayan avanzando las innovaciones tecnológicas y con una previsible subida del gas y del petróleo en algún momento, como ha anunciado recientemente la Agencia Internacional de la Energía, la energía eólica será tan competitiva o más que otras energías fósiles.

–¿Se mete con demasiada frecuencia todas las energías renovables en el mismo saco?

–Hemos hecho un esfuerzo por explicar que la eólica no tiene nada que ver con la fotovoltaica, la termosolar o la de biomasa. La eólica es la más eficiente y la más avanzada desde el punto de vista tecnológico. Llevamos la delantera y estamos mejorando nuestra eficiencia

–¿Los mercados y los reguladores lo entienden así?

–Los mercados lo entienden y los reguladores lo han empezado a entender. El acuerdo al que se ha llegado recientemente entre el sector eólico y el Gobierno refleja ese reconocimiento de que la eólica es distinta.

–¿Pueden las eólicas sobrevivir por sí mismas sin ayudas públicas?

–Creo que todavía falta. La creación de nuevas formas de energía requiere siempre al principio algo de apoyo. Es importante entender que la eólica tiene varias ventajas. Sí produce puestos de trabajo sostenibles en el tiempo; no son empleos para un año. Los parques necesitan mantenimiento. Una turbina puede estar en existencia 20 años, pero igual dentro de unos años se puede extender a 35 o 50 años con un buen mantenimiento. También es importante valorar lo que aportamos en I+D+i. Nosotros no somos un proyecto de I+D+i sino una realidad de I+D+i. La energía eólica supone también ahorro en la importación de combustibles fósiles. Más de 2.200 millones de ahorro. Luego el ahorro que supone en C02. Y, finalmente, te damás independencia.

–¿Pero no hay ningún punto débil del negocio que le quite el sueño?

–El mayor riesgo es que los gobiernos, como en el caso de Europa, que se han comprometido a llegar al 20% de la producción de energía a través de energías renovables, no cumplan sus compromisos.

–¿Ese riesgo es real?

–No. Pero puede pasar.

Curiosamente, si para Gamesa no hay grandes riesgos, para España sí existe el peligro de que la empresa vasca pliegue las velas y se instale en el extranjero donde parece que la miman más. "Una empresa como Gamesa atrae muchísimo a un gobierno que quiere cambiar su modelo productivo. Primero, porque invierte. Segundo, porque lo hace en tecnología. Tercero, porque crea trabajo. Y cuarto, porque aporta a su política energética. Así que nos encontramos con la realidad de que los gobiernos están compitiendo entre sí para atraer a Gamesa a sus países. Cosa que yo no me hubiese imaginado en los días de mi vida".

–¿Está hablando de deslocalización?

–Estamos hablando de deslocalización. Y el riesgo en España es que se deslocalicen empresas como Gamesa.

–¿Y qué le dice el Gobierno cuando se lo cuenta?

–Dice que lo entiende y está preocupado. Pero también pasa con algunos gobiernos autonómicos que no te ayudan a consolidarte en tu país.

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