Obama y rey de Arabia muestran entendimiento y buscan dejar de lado tensiones

  • El presidente estadounidense Barack Obama y el rey Salmán de Arabia Saudita mantuvieron este viernes un encuentro largamente aplazado en la Casa Blanca, en el que evocaron "preocupaciones comunes" y exhibieron cierta evasiva en temas que provocan tensión entre los dos países, como Irán y Yemen.

En su primera visita a la Casa Blanca desde que accedió al trono en enero, el gobernante saudí, de 79 años de edad, fue recibido personalmente --un hecho excepcionalmente raro-- por Obama cuando descendió del automóvil en el que se trasladaba.

En el marco de sus muy breves comentarios ante la prensa en la Oficina Oval de la casa de gobierno, el rey Salman subrayó que su visita era un símbolo "de la fuerte y profunda relación" entre Arabia Saudita y Estados Unidos.

Hablando de una "amistad personal", pero también de una "amistad profunda y duradera" entre los dos pueblos, Obama evocó a su vez las "preocupaciones comunes" sobre la crisis en Siria, subrayando una vez más la necesidad de llegar a una transición política en ese país devastado por la guerra.

"Compartimos las preocupaciones concernientes a Yemen y la necesidad de poner en funcionamiento un gobierno que funcione, que dé espacio a todos y que pueda responder a la situación humanitaria vigente", declaró el mandatario.

Si bien Estados Unidos apoya la voluntad de Arabia Saudita para contrarrestar los avances de los hutíes rebeldes chiítas, respaldados por Irán, Washington ha advertido a todas las partes sobre el impacto del conflicto sobre la población civil.

Unas pocas decenas de manifestantes se reunieron frente a la Casa Blanca para condenar la intervención militar de Riad en ese país: "Arabia Saudita mata a mujeres y niños", "Alto a la guerra contra Arabia Saudita Yemen", se podía leer en algunos carteles de los manifestantes.

Obama reiteró la necesidad de poner en vigor el acuerdo con Irán sobre su controvertido programa nuclear "para asegurar que no obtenga un arma nuclear" y ratificó su determinación de luchar contra las "actividades desestabilizadoras en la región" de Teherán.

Tras el acuerdo alcanzado en julio entre las grandes potencias e Irán por el tema nuclear, las monarquías suníes del Golfo, Arabia Saudita a la cabeza, expresaron reparos y temor a que Teherán se vea cada vez más como un interlocutor legítimo en la región.

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