Primer ministro Li vio fuerte oposición a zona de libre comercio de Shanghái

  • El primer ministro chino, Li Keqiang, encontró una fuerte oposición de los reguladores bursátiles y bancarios del país comunista antes de poder anunciar, este mes, la aprobación de una futura zona de libre comercio en Shanghái, llamada a revolucionar la influencia de la ciudad en la economía mundial.

Shanghái (China), 15 jul.- El primer ministro chino, Li Keqiang, encontró una fuerte oposición de los reguladores bursátiles y bancarios del país comunista antes de poder anunciar, este mes, la aprobación de una futura zona de libre comercio en Shanghái, llamada a revolucionar la influencia de la ciudad en la economía mundial.

Según recoge hoy en exclusiva el diario independiente "South China Morning Post", a partir de fuentes oficiales no identificadas, pero presentes en reuniones con el jefe del Ejecutivo sobre el proyecto, y de haber tenido acceso a varios informes y documentos oficiales intercambiados durante la discusión del plan.

Esta revelación parece indicar la determinación del nuevo gobierno chino, que tomó posesión en marzo, por hacer reformas económicas y dar pasos en la apertura del mercado chino difíciles de imaginar durante la década anterior, con el equipo predecesor de Wen Jiabao y Hu Jintao a las riendas del país.

Con todo, Li encontró mayor resistencia de lo que esperaba en sus subordinados de la Comisión Reguladora del Mercado de Valores (CRMV) y la Comisión Reguladora del Sector Bancario (CRSB).

Los desacuerdos entre distintos ministerios ante nuevas políticas no son extraños en Pekín, según las mismas fuentes, pero sí que varios reguladores se alíen para enfrentarse abiertamente a la segunda persona más poderosa de la segunda economía mundial.

"Tuvo que pelear mucho por esto", dijo una fuente, para la que "ahora está claro que Li Keqiang está muy a favor de hacer de Shanghái un gran acierto, de cara a las reformas económicas que seguirán" a la creación de ese "mini-Hong Kong" en pleno delta del Yangtsé, como lo llama la propia prensa de la ex colonia británica.

El primer ministro parece querer demostrar con Shanghái cómo su plan económico "puede salvar a China de los riesgos de un aterrizaje forzoso" tras tres décadas de rápido crecimiento continuado, señala también hoy, en un análisis paralelo, George Chen, el periodista que ha revelado las dificultades que tuvo que superar Li.

Su receta económica (no a los estímulos ni a la inyección de capital desde Pekín, como se hizo ante el inicio de la crisis internacional, en 2008, y reformas estructurales para la apertura del mercado) puede suponer ahora una ventana de apertura, en Shanghái, para la inversión extranjera en sectores antes vedados.

Por ejemplo, los bancos extranjeros podrán abrir filiales controladas completamente por ellos dentro de los límites de la zona franca, mientras que los mercados internacionales de materias primas, como la Bolsa de Metales de Londres, que lleva años intentando algo así, podrá tener allí sus propios almacenes para futuros.

De ahí la oposición de los reguladores, aunque Li parece pretender sobre todo estimular la economía china interviniendo menos desde el Estado y facilitando más la inversión extranjera.

Algunos analistas señalan que Li y el presidente Xi Jinping están condenados a reformar el sistema económico chino, ante el riesgo de un frenazo repentino de su crecimiento de las últimas décadas, que podría extenderse en un descontento social poco deseable para la estabilidad del Partido Comunista (PCCh) al frente del país.

La zona de libre comercio de Shanghái permitirá, de manera experimental, y fuera, sobre el papel, de las fronteras chinas, liberalizar los tipos de cambio y de intereses, y promover los flujos de capitales y de materias primas entre China y el resto del mundo.

"El Gobierno de Shanghái no presionó demasiado al Gobierno central, fue Li el que se mostró muy partidario de hacer esto rápidamente tras su viaje a Shanghái" de marzo pasado, su primera visita oficial como primer ministro dentro del país, explica una de las fuentes.

Los funcionarios shanghaineses se vieron "superados por los halagos" cuando Li les expuso la idea y les preguntó qué cambios políticos serían necesarios para atraer inversión extranjera.

En dos meses Li recibió 21 propuestas, cuyos detalles no se han anunciado, pero que incluían atajos para que los bancos abran filiales u operaciones mixtas en el mercado chino, y permisos especiales para que las bolsas de futuros extranjeras puedan abrir almacenes en Shanghái, en dura competencia con Busan y Singapur.

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