Reducir un minuto de vuelo supone ahorrar 4,8 millones de toneladas de CO2 al año

  • Madrid.- Reducir un minuto el vuelo de un avión puede suponer un ahorro medio de 4,8 millones de toneladas de emisión de CO2 por año a la atmósfera, señaló el presidente de Boeing en España, Pedro Argüelles.

Reducir un minuto de vuelo supone ahorrar 4,8 millones de toneladas de CO2 al año
Reducir un minuto de vuelo supone ahorrar 4,8 millones de toneladas de CO2 al año

Madrid.- Reducir un minuto el vuelo de un avión puede suponer un ahorro medio de 4,8 millones de toneladas de emisión de CO2 por año a la atmósfera, señaló el presidente de Boeing en España, Pedro Argüelles.

En una jornada sobre el reto que tiene la aviación comercial ante el cambio climático, con representantes de diversos sectores implicados en el transporte aéreo, Argüelles destacó la importancia que tiene la búsqueda de una mayor eficiencia energética con el fin de reducir la emisión de contaminantes a la atmósfera.

Para el presidente de Boeing España, y tras considerar que el transporte aéreo supone el 2 por ciento del total de la emisión del CO2 a la atmósfera, se debe "incentivar la ayuda por parte de las administraciones a los fabricantes, porque la industria por si sola no puede hacer nada".

Argüelles destacó la importancia que Boeing está dando no sólo al estudio de energías alternativas, como los biocombustibles o pilas de hidrógeno, sino también al uso de materiales que hagan menos pesados los aviones y que permitan que consuman menos combustible.

Por parte de la Administración, participaron en el encuentro, el subdirector de Comercio de Emisiones de la Oficina Española del Cambio Climático, Ismael Aznar, y el director de medioambiente de AENA, José Manuel Hesse, quienes estuvieron de acuerdo en que la reducción de emisiones de CO2 supone la mejora de la eficiencia energética.

Para Aznar, los derechos de emisión de CO2 que deberán ser asignados a las compañías aéreas por los Estados miembros de la UE, a partir del 2012, y la necesidad que tendrán las aerolíneas de comprar aquellos derechos de más que necesiten, va a hacer que se desarrollen medidas correctoras y se busquen energías más eficaces.

Por su parte, Hesse, alabó el hecho de que la industria de la aviación esté coordinada con la Administración y con las autoridades aeroportuarias, para reducir los efectos contaminantes, porque "entre todos estamos llevando a cabo un gran esfuerzo".

No obstante, reconoció que es preciso que se le de un empujón a todas estas acciones, y que se lleven a cabo actuaciones en otros campos de la aviación que no son precisamente la de los aparatos, sino también en forma de vuelo y en los aeropuertos.

Para este especialista de AENA, se puede ahorrar combustible, "y por lo tanto emisiones al medioambiente, en el "carretear" de los aviones con los motores parados hasta llegar a la cabecera de la pista; lo mismo que hacer un recorrido lo más corto posible tanto en despegue como en aterrizaje.

En cuanto a las infraestructuras, Hesse acudió al tópico de los vehículos eléctricos para afirmar que la dotación de un parque de este tipo de medio de transporte en el interior de los aeropuertos puede reducir también la contaminación, que no sólo emiten los aviones, "sino también las instalaciones aeroportuarias".

La visión de la mejora de la eficiencia energética desde una aerolínea, la dio el director de calidad de Air Europa, José Antonio Salazar, quien destacó que hay fórmulas de reducir el consumo de combustible, que se pueden basar en algo tan sencillo como es un mayor control de los pesos que llevan los aviones.

Conocer el peso de los pasajeros que se van a transportar permite saber si se debe cargar más o menos combustible, por ello Air Europa analiza la cantidad de hombres y mujeres que lleva en cada vuelo, dándole un peso aproximado de media a cada individuo y así hacer un mejor cálculo.

En cuanto a las energías alternativas que pueden emplearse, David Acea, de Infinita Renovables, hizo hincapié en los estudios que se están haciendo con algas y plantas tipo la jatropha o camelina, para la búsqueda de biocombustibles de segunda generación, dado que los de primera como el biodiesel o el bioetanol, no sirven de igual forma que con el queroseno, que es mucho más complicado.

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