Los fabricantes proceden, en su mayoría, de China

Los tres 'pelotazos' de los antígenos... o cómo inflar el precio de los test de Covid

Las farmacias han conseguido colocar en el mercado unos test que se venden hasta un 100% por encima del coste, mientras que los laboratorios rechazan informar sobre cuánto pagan a los fabricantes.

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Los tres 'pelotazos' de los antígenos... o cómo inflar el precio de los test de Covid.
Europa Press

La pandemia del coronavirus ha sido -y está siendo- un azote continuo para  los sectores de la economía del país. Sin embargo, entre este pesimismo, muchas empresas han aprovechado las oportunidades que se han generado por el caos y la improvisación de los gobiernos. Una de ellas ha sido por medio de los test de antígenos, unas pruebas que tienen un elevado porcentaje de fiabilidad para detectar la Covid y que ha provocado que fabricantes, distribuidores y comercializadores (laboratorios y farmacias) hayan dado un 'pelotazo' en sus balances económicos, aprovechándose de la fuerte demanda por este producto.

Hoy los antígenos están blindados por el Boletín Oficial del Estado (BOE) como "certificados válidos" para detectar el virus. Un escenario que ha transformado a estos test en un documento igual de necesario que el pasaporte para poder viajar o imprescindible para justificar una baja laboral. Sin embargo, este instrumento, tan necesario para la ciudadanía, está monopolizado en nuestro país por dos agentes: los laboratorios y las farmacias.

El trayecto de cómo un hisopo (el palito) pasa de un laboratorio de un país desconocido a la fosa nasal de un español sigue un proceso sencillo, donde decenas de empresas se van lucrando por el camino. Así, la fabricante china Beijing Hotgen Biotech (una empresa que en bolsa ha pasado de cotizar el 4 de enero a 15 euros la acción a hacerlo, una semana después, a 28 euros), entre sus muchos pedidos, vendió sus pruebas para detectar el coronavirus a una farmacia madrileña, que consiguió el producto gracias a la distribuidora alemana MedNet Gmbh. Esta combinación es solo un ejemplo de las innumerables transacciones que se realizan, donde sólo cambian los fabricantes, distribuidores y destinos.

Aunque en el comercio mayorista, las farmacias y los laboratorios españoles son los agentes más débiles del proceso, en el comercio minorista adquieren un poder sobredimensionado sobre los consumidores finales. Según fuentes del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, el precio "depende del distribuidor y del momento. La semana pasada estuvo entre 2,50 y 3,50 euros, mientras que esta semana ha estado entre 2,50 y 3 euros". Sin embargo, si acudimos a una farmacia, como puede ser una situada en Pamplona, el precio al que vende el antígeno es de 24,95 euros las cinco unidades, es decir, 4,99 euros el test. Un precio que se encuentra casi un 100% por encima del coste. 

Por otro lado, los laboratorios prefieren no dar detalles acerca del coste que les supone comprar estos antígenos para su venta al por menor. Así, todos los laboratorios con los que ha contactado este periódico han respondido que "no nos es posible aportar la información que solicita" o que "son datos internos y confidenciales". Aunque se desconoce el precio de compra, sí se sabe a cuánto está el precio de venta, que está, en muchas de ellas, alrededor de los 30 euros. Una cantidad que no debe ser desdeñable para sus cuentas, ya que la mayoría de las empresas están reflejando en los últimos meses un aumento inédito de los beneficios. Además, el hecho de que sean los laboratorios los únicos con el poder de acreditar la enfermedad les convierte hoy en un sector muy rentable.

Es precisamente esto último -la rentabilidad- lo que ha provocado, por un lado, errores o malas praxis dentro del sector, con la retirada de antígenos que daban falsos positivos, y, por otro, la aparición de mercados negros o clandestinos que ofrecían precios más bajos. El Gobierno ha anunciado que va a limitar el precio de los antígenos, aunque no se sabe ni cuándo ni a cuánto. Mientras, se mantiene un mercado adulterado, que tiene una demanda forzada por la imposición gubernamental y donde los oferentes son pocos -como no ocurre en otros países, como Portugal, donde la cadena española Mercadona vende antígenos- y poderosos frente al ciudadano medio.

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